“No Kings”

20 de octubre 2025 - 03:08

A Donald Trump se le subestimó el talento político. La capacidad de resistencia, política y jurídica, del sistema constitucional norteamericano ha sido por su parte sobrevalorada. Tanto como el supuesto vigor democrático de su sociedad. Que la Corte Suprema interpretara en Trump v. United States que el presidente, en el ejercicio de sus funciones, no está sometido a la ley, es el mejor exponente del estado de corrosión de este sistema. Por otro lado, la llamativa ausencia de una gran movilización cívica frente a un presidente que perpetró un intento de golpe de Estado y hace suyo el lema “quien salva a su país no viola ninguna ley”, deja ver las costuras de una sociedad civil en parálisis democrática, temerosa. También, de una oposición política narcotizada por el narcisismo de las identidades. Por todo eso, el notable éxito de las recientes manifestaciones bajo el lema “Sin Reyes” tiene un especial significado político. La obsesión demócrata por librar la guerra cultural desde el culto a la diferencia ha desestructurado, en buena medida, la capacidad política de la sociedad para encontrarse colectivamente en la defensa de un mínimo horizonte constitucional. Las manifestaciones de este sábado parecen romper esta tendencia y lo hacen bajo un lema que entronca con el origen moral del país. “No Kings” fue el grito de los Patriots que lucharon por la independencia, frente a los Loyalist, aquellos leales a la Corona inglesa, durante la revolución norteamericana. Se trata de un significante fuerte que no apela a la cultura del agravio comunitario ni a la pequeña identidad. Apela al origen del patriotismo, como gobierno del pueblo, y a la simple idea de que un poder que no reconoce límites jurídicos ni éticos es un poder tiránico. El presidente ha recibido estas protestas compartiendo un vídeo en el que baña de mierda a los ciudadanos desde un avión de combate. Confirma con ello que, frente al adversario ideológico, su paradigma político es el de la Guerra Civil, pero también que el eje de la movilización, contra el despotismo de quien aspira a rey absoluto, es el correcto.

Es siempre fascinante observar los matices diferenciales con los que la lógica del constitucionalismo se ha expresado a uno y otro lado del Atlántico. No hay mejor ejemplo hoy que el hecho de que, paralelamente al “No Kings”, de los USA, nuestro trumpismo lacayo va esbozando su republicanismo accidental, al mismo grito de “Sin Reyes”, solo que, en este caso, por pura incomodidad democrática con los valores constitucionales de la monarquía parlamentaria que encarna nuestro Rey.

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