El observatorio del bar La Trastienda de Sevilla

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Manuel Fuentes exhibe la gloriosa tríada del marisco mientras proclama: “Puedo ofrecerle de todo menos aparcamiento”

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Manuel Fuentes, al frente de La Trastienda
Manuel Fuentes, al frente de La Trastienda / M. G.

06 de febrero 2025 - 04:00

Cierto parón que sufrió una cofradía de negro dio lugar a la anécdota del fiscal de cruz que contó el número de ruedas de calentitos que se elaboraron ante su hierática presencia. Algo parecido ocurre con los atascos cuando da tiempo a bajar la ventanilla, apoyar levemente el codo y mirar las escenas de la vida urbana. El tiempo se mide por cuanto sucede a nuestro alrededor cuando no podemos hacer otra cosa. Hay calles que dan mucho juego, como Águilas, que desemboca en la calle Alfalfa y después en la plaza del mismo nombre. Sufres una retención en la estrechez de la casa de las aves rapaces y los ciclistas te golpean los retrovisores, el del carrito te maldice por el achique de espacios, la moto se cuela peligrosamente, los turistas marinean por los bordillos y el tío del patinete se apoya en el capó para no perder el equilibrio. Si el destino te deja clavado a la altura de La Trastienda da tiempo de comprobar la tríada del género que vuelve majaras a los muy marisqueros: langostinos, gambas y cigalas. La cola de vehículos se forma, entre otros motivos, porque los policías revisan las acreditaciones de los coches, unos son desviados por Candilejo y otros consiguen penetrar todavía más en el centro. Unos para la derecha, otros para la izquierda. La vida misma. Y en el centro, La Trastienda. Manuel Fuentes te ve apurado y suelta la perla del día con una sonrisa: “Puedo ofrecerle de todo menos aparcamiento”.

La Trastienda tiene mucho de santuario que mantiene el estilo previo a la pandemia, que no es poco. Y lo es todo. Es un bar del centro con el mejor sabor a barrio. Dicen que hay vecinos deseando la peatonalización prometida por el alcalde Oseluí. Águilas y su extensión de la Alfalfa bien pueden estar en la relación de las diez calles más incómodas. No tiene casi aceras en un tramo y en otros soporta la hilera de turistas que aguardan un hueco en algunos establecimientos, pero tiene una tienda donde comprar un pájaro (reminiscencia del mercado dominical desaparecido), un negocio donde cortarse el pelo o un bar para tomar gambas cocidas al instante. Nadie hace guardia en la puerta con una pantalla digital para escrutar al cliente antes de entrar. La lista de viandas se anuncia también en inglés, pero hay muchísima clientela local. Por allí pululan desde Carlos Herrera con el presidente de Murcia (que parece de cerca un Thyssen visto de lejos), hasta los empresarios Manuel Terriza o Javier Esteban, pasando por políticos y, cómo no, cofrades de parada breve. La Trastienda es un observatorio perfecto para valorar cuánto automovilista sigue queriendo entrar cada día hasta las mismas entrañas de la ciudad. La teoría de la Sevilla policéntrica es un cuento como el de las gambas congeladas. En La Trastienda, versiones originales, en directo y al instante.

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