EXCELENTE la iniciativa de BNP Paribas para suscitar en público un debate sobre el mercado inmobiliario de Sevilla. El pozo sin fondo en el que seguimos cayendo tras tragarse los ahorros y empeños de muchos años. La madre de todas las falacias que causan la tremenda pérdida de credibilidad del país. Lo cómodo es centrar las críticas en Zapatero, cuya impericia con la economía es de insensato y temerario. Pero lo grave es que Zapatero representa de la cabeza a los pies a la disparatada España de los bancos, las empresas, las instituciones, las familias, los partidos, los sindicatos, la patronal, las universidades y los medios de información. Merecido es el descrédito generalizado. Terrible es tamaña contumacia y corresponsabilidad en los errores que han viciado la inteligencia social.

Felicito a Gabriel Rojas y a Ricardo Pumar por señalar ayer dos aberraciones clamorosas: no hay datos fiables de cuántas viviendas están desocupadas y cuántas sin vender, y el gran ocultismo del stock lo practica sobre todo la banca, en cuyas manos están casi todas directa o indirectamente. Unos por otros, y a jugar con la sobrevaloración de activos inmobiliarios para cuadrar balances insostenibles de pura burbuja ya caduca. Pero el mercado internacional no es tonto, sabe que la deuda externa de los bancos y cajas españoles suma la escalofriante cifra de 180.000 millones de euros y no se puede saldar ni con solares ni con dormitorios.

Es hora de decisiones corajudas y de desdecirse con tal de no ahondar el socavón. También toca rectificar a empresarios y financieros. Sean realistas, y con la verdad por delante: Pongan a mitad de precio las viviendas que nadie va a pagar al irreal valor actual. Y dejen la construcción del rascacielos para otra época. No vale el argumento de que erigirlo generará mucho empleo. No es fin que lo justifique. Más puestos de trabajo se pagaban para hacer 21.000 viviendas que no se han vendido, y el balance es más parados y más empresas en la ruina.