La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las gildas conquistan Sevilla
Es un rito más del mediodía, como el chup-chup de la olla exprés, las llamadas a los más pequeños para que pongan la mesa o el ruido de las llaves de la cerradura, heraldo de la llegada de alguien que provoca los brincos de un perro que la emprende contra la puerta. La información del retraso de los trenes de alta velocidad forma parte de nuestra liturgia cotidiana. Aparece el periodista en el vestíbulo de la estación de Santa Justa y lee una suerte de parte de las demoras. “Debido a la avería de un tren de otra operadora, los trenes de alta velocidad de Renfe entre Madrid y Andalucía están registrando demoras”. Ya continuación el parte todavía más detallado, como el de las cornadas de los toreros: “El vehículo averiado es un AVE de Renfe Sevilla-Figueras con salida a las 9.36 horas. Los pasajeros, pasadas las 12 del mediodía, seguían dentro del tren”. Faltó reseñar si se pusieron a rezar el Ángelus. “El resto de trenes circulan por la vía II en ambos sentidos entre Santa Justa y Majarabique, ya que el tren averiado ocupa la vía I. Entre los servicios afectados se encuentra un tren de Ouigo que había partido de Madrid con destino a Sevilla-Santa Justa y que debía llegar a las 09:39 horas, pero cuya hora de llegada se ha retrasado hasta las 12:09, acumulando más de dos horas y media de demora”. Hemos pasado de las reseñas de prensa de los años setenta y ochenta sobre los buques que llegaban al Puerto de Sevilla para la descarga de toneladas de cereales o chatarra, acero o hierro, al parte de los encerrados en el tren. Cuatro horas cerca de Ciudad Real, hora y media a la salida de Madrid, varias paradas técnicas antes de llegar a Córdoba... Que si un fallo de la catenaria, que si un robo de cobre, que si un problema provoca todos los retrasos.
Cada día la conexión con la estación de turno para oír la relación de los perjudicados. Y, mientras, el mostrenco ministro del ramo haciendo de pararrayos del sanchismo, de bobo útil, de payaso tuitero. Y Zapatero –que se ha quedado con las ganas del Toisón de Oro– dice en las entrevistas que está contentísimo de haber conocido a Óscar Puente, al que califica de gran político. ¡Qué pena que nadie los hubiera presentado antes! Debe ser que la “madurezzzzzzz” (pronunciación de ZP) de un país se mide por la capacidad que tiene de asumir que los trenes llegan con horas de retraso, como el médico del seguro que recibe con demoras o como las carreteras que se atascan los fines de semana del verano. Somos tan maduros que oímos la cantinela de los encerrados del AVE como el chup-chup, el ruido de las llaves o los ladridos alegres del can. Guau.
También te puede interesar