ANDA el capilliteo inquieto tras la decisión arzobispal de frenar las desbocadas ansias de sacar pasos a la calle bajo la excusa menos relevante. Y desde esta ventana, mi aplauso más caluroso a monseñor Asenjo porque ya era hora de ponerle puertas al campo de tanta desmesura procesional. En los últimos años las salidas a destiempo, léase fuera de Semana Santa, han proliferado de tal forma que han llegado hasta caerle mal a gente nada sospechosa de ir contra el asunto. Demasiadas salidas sin base que han llegado a tener un funesto efecto boomerang. Procesiones maratonianas en el tiempo que irritaban a esos poco afines siempre dispuestos a la laica indignación, pero que tampoco eran del gusto del capillita no fanático. Y desde su austeridad de castellano viejo, monseñor ha puesto pies en pared, que los pasos en su tiempo y los nabos en Adviento.
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