Llega pronto, afortunadamente llega pronto la posibilidad de hacerse perdonar el petardo del jueves junto al Deva. Mejor que las heridas cautericen a la mayor brevedad posible y, sin duda, estos tres días son un tiempo adecuado para quitarse el mal sabor de boca que dejó la horripilante media hora final en Ipurua. Y como especie de bálsamo cicatrizador, una cuña de parecida madera, el también gupuzcoano equipo de la Real Sociedad.

Misma madera, pero no idéntica, que esta Real Sociedad que viene a cerrar la séptima jornada se parece al Eibar como se parecen un huevo y una castaña, absolutamente nada. Es el equipo txuri urdin uno de los que mejores sensaciones están abriendo en este inicio liguero con un solo lunar, el de su pacata tarde en San Mamés. Ese día apareció un equipo despersonalizado que resultó abatido por la bizarra partida de esos leones habitualmente impulsados a favor de querencia.

La Real de este año se ha encontrado con una perla noruega prestada que atiende por Odegaard y que ha formado una pequeña y brillantísima sociedad con otro talento como Oyarzabal. Junto a esto, la capacidad anotadora de Willian José y de otro nórdico, afro-sueco en este caso, llamado Isak y con el que se alterna en la tarea de hacer goles. Compacto atrás y con las líneas muy juntas, esta Real se presume como un complicado rival para los objetivos del Sevilla de Lopetegui.

Por cierto, Lopetegui debe ser buen conocedor del equipo que le formó como portero, pero también y por proximidad geográfica debería conocer al Eibar y ya vimos lo que ocurrió. Me imagino cambios en el Sevilla, pero preocupa la ausencia de Carriço, el hombre que tiró la toalla cuando su equipo ganaba por 0-2. De todas maneras, partidazo como cierre de la jornada séptima entre un equipo que está en todo lo alto y otro que estuvo y que anhela volver a estar. Hoy es el día.