NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Se están escribiendo las mayores tonterías a propósito de la coincidencia en cartelera de Los domingos, la promoción del último disco de Rosalía y otras cosas –entre ellas la publicación del último libro de un Byung-Chul Han inspirado por Simone Weil– que tienen que ver directa o indirectamente con la religión o el uso de símbolos religiosos en espectáculos (de milagro no han metido la magnatitis andaluza). Lo que Madonna hizo hace muchos años, la cantante española lo hace con inteligencia creativa y promocional. Hace dos años ya se escribía: “Editoriales, fans y tuiteros escrutan los libros que aparecen en las redes sociales de la cantante, convertida en gurú literaria. Sus autores predilectos, de Simone Weil a Ocean Vuong, dibujan un imaginario que también influye en su música”.
Uniendo lo que poco o nada tiene que ver entre sí, quienes no saben de lo que hablan han generado una disparatada polémica. Para unos estas coincidencias son un positivo resurgir de la espiritualidad cristiana; para otros, la muestra de la necesidad espiritual de colmar un vacío, pero desligada de la Iglesia e incluso contra ella, aunque se apropien de sus símbolos; mientras para otros es una negativa vuelta a tiempos oscurantistas que –se lo aseguro: lo he leído– se relaciona con el auge europeo de la extrema derecha.
Los titulares y publicidades leídos estos días parecen nacidos de una pandemia de imbecilidad: “Rosalía lidera el retorno del arte hacia la religión”, “Rosalía ha entrado en su fase católica: tan solo es la última de un largo listado de artistas y cineastas españoles”, “Rosalía y el catolicismo de la juventud española”, “Rosalía manda un mensaje al mundo: Dios es el único que te llena” o “La izquierda moralista se revuelve contra Rosalía”, mientras una tienda anuncia “descubre a Simone Weil, la filósofa y mística que inspiró a Rosalía” y una editorial que “el nuevo trabajo de Rosalía nos recuerda la suerte de poder leer a esta autora inagotable... Si nunca te has acercado a su obra, te recomendamos que empieces por La gravedad y la gracia”.
Uno, en el cincuenta aniversario de su asesinato, se acuerda de Pasolini: “El Poder del consumo no tiene más necesidad de la Iglesia… La religión sobrevive como un producto de consumo y una forma folclórica aún aprovechable”.
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