El rescate de España

CAMBIO de mensaje. Hace menos de diez días el Gobierno descartaba por completo la idea de un rescate de la banca española. Ayer, ante la avalancha de rumores y filtraciones sobre la inminencia del rescate, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, recién acabado el Consejo de Ministros, dijo que no había nada decidido. Es decir, no rechazó rotundamente que vaya a producirse la iniciativa. La posición oficial de España es no solicitar un rescate de la economía nacional en crisis, que llevaría a la intervención y a condiciones estrictas de política económica semejantes a las asumidas por Grecia, Portugal e Irlanda, pero admitiendo la posibilidad, cada vez más cercana, de circunscribir el rescate al sector financiero, cuyas necesidades de saneamiento y capitalización crecen conforme se escudriña el auténtico estado de las cuentas de varias entidades. Las necesidades de la banca se calculan ya por encima de los 40.000 millones de euros. De hecho, las auditorías encargadas se ajustan a los mecanismos exigidos para poder acogerse a los fondos europeos de estabilidad financiera. También el Fondo Monetario Internacional trabaja en esta dirección y sus primeras evaluaciones también coinciden en que los bancos españoles necesitan una cantidad como la citada. Salvo que se produzca una decisión inmediata como la rumoreada, lo más probable es que la petición de rescate estrictamente bancaria sea una realidad a corto plazo, pero una vez conocido el alcance y la dimensión del problema tras el dictamen de los auditores. Se trataría, en todo caso, de un rescate "blando", destinado únicamente al saneamiento del sector financiero y que dejaría suficiente margen de actuación al Gobierno en otras variables de la política económica. Significaría también que en la Unión Europea se acepta que España está en la senda correcta del ajuste y las reformas y que si se le ayuda a limpiar su sector bancario estará en condiciones de acometer medidas de reactivación y crecimiento. Ayer mismo lo recomendó el presidente Obama.