Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El sarcasmo de ninguno de verde

Tras la carga literaria de vísperas en torno al color verde, ni Betis ni Celtic pudieron jugar con él

Dentro del acontecimiento que supuso el retorno del Betis al concierto continental hizo furor el dato incongruente de que dos equipos con el verde en su uniforme no pudieran utilizarlo. Que tuviera que cambiar uno de ellos no habría tenido nada de extraño, pero que se le prive a ambos llevar dicho color en sus impedimentas fue de aurora boreal. Una de las muchas incongruencias que registra el fútbol del ahora, el del siglo XXI.

Después de la literatura de vísperas en torno a lo que representa el verde en las vidas de Celtic y de Betis, resulta que el verde sólo se vio en el césped y en la camisa de Pellegrini. El hombre, en su cumpleaños, se diría que por él no iba a quedar que un color tan emblemático figurase en el espectáculo. Y se vistió con una camisa verde que te quiero verde para que así no estuviera ausente en el gran acontecimiento que debía ser la vuelta del Real Betis Balompié al Viejo Continente.

Demasiado picajosa la UEFA con las vestimentas y se me viene a la memoria cuando los mandarines de Radio Televisión Española pretendieron que en la final del 77 vistiera el Betis sin sus rayas. Aquello tenía sus razones, ya que la mayoría de los televisores emitían en blanco y negro, con lo que rayas en los dos equipos complicaba diferenciarlos. Pero ahí surgió la figura de Alberto Tenorio, que se cerró en banda para no facilitar el cambio de indumentaria en su Betis.

Dijo que sólo habían llevado la rayada y que llevaban los béticos mucho tiempo esperando un día así para que el equipo fuese disfrazado. Por cierto, con Tenorio en la utillería ¿osaría calzar botas rojas algún futbolista del Betis? Cosas del fútbol de hogaño, pero no se termina de digerir que en una tarde tan soñada como la de enfrentarse al club que originó el uniforme verde, blanco y verde se acabara vistiendo como el Sevilla Balompié. Afortunadamente, la historia tuvo un final feliz.

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