Pistoletazo de salida, no hay vuelta atrás, la Navidad se hizo fiesta y habita entre nosotros. Es el Cortinglés el que suele darle gusto al gatillo para la orden de comienzo. A las luminarias, el quiosco de dulces navideños en la puerta de salida al Duque y los cacharritos que hacen las delicias de la gente menuda hay que sumarle una ausencia. Este año se ha optado por prescindir del magnífico Belén que se instalaba en los escaparates que dan al Duque. En su lugar, una historia de roedores y de esa guisa el personal laico no se encocora. Digo que será por eso, pero lo cierto es que extraña esa baja en la espléndida decoración que siempre montaron los sucesores de don Ramón Areces. Y viendo así el panorama habrá que convenir en que la cosa ha cambiado y hasta cabe pensar que aquello del solsticio de invierno ha hecho metástasis. ¿Hasta dónde llegará?