Qué poco dura la dicha en casa del pobre y qué poquísimo ha durado el espíritu de aquella Constitución que conllevaba la reconciliación de las dos Españas. Españolito que vienes al mundo... etc. etc. etc. Una vez más de las muchas que registra esa historia nuestra tan rica en guerras fratricidas, ese españolito de nuevo cuño verá cómo se le helará el corazón en cuanto se dé de bruces con la triste realidad. Y es que cuando parecía que la reconciliación entre españoles iba en serio esta vez, las cosas se han torcido para que el odio resurja. El miércoles próximo se cumplirán ochenta y dos años del comienzo de una guerra entre hermanos y a fuer de ignorar la historia cualquiera sabe si el horror de su repetición es una utopía o amenaza cierta. Miedo me da del cariz revanchista que están tomando las cosas bajo la espoleta nada retardada de ignorar o desvirtuar la historia.
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