Supera la cuesta el Betis con trabajo, el calendario lo ha diseñado un enemigo y ahora se encuentra con un Tourmalet que empezó el sábado, continuó el domingo, prosigue mañana y culmina el viernes en Cornellá. Un auténtico sinvivir, pero con la valija anímica pletórica por la magnífica noticia de que horas antes de aparecer en casa del Espanyol, habrá una bola con su nombre en Las Rozas para ver con quién el duelo en cuartos.

Pasado un derbi que traerá cola y para el que hay fundadas esperanzas de que se conozca qué pasó en realidad para que el partido se suspendiese, la vida sigue y hoy comparece en Heliópolis el Alavés. De la mano de José Luis Mendilíbar, los babazorros andan con el cuchillo en la boca en busca de huir de esa zona donde tan negras se ven las cosas. Terceros por la cola, el Alavés arriba con la intención de pescar en unas aguas que se calmaron tras lo del domingo.

Con el doble de puntos que el rival, el pleito de esta noche en Heliópolis no es ninguna perita en dulce. Todo equipo que tenga al racial Mendilíbar en el puente de mando garantiza competitividad y una presión alta que suele dificultar el desempeño del contrario. Y espera el Betis, ese Betis que Pellegrini ha moldeado para dar esa imagen que de por sí da él. Orden y seguridad, dominio de los tiempos y de los espacios y una efectividad arriba que lo tiene donde lo tiene.

¿Hará rotaciones Pellegrini? Seguro que sí, ya que si las hizo en tiempos de calendario menos compacto, ahora, con tres partidos en cinco días, seguro que las hará a granel. Pero ocurre que también el Betis tiene bajas y que las condiciones rotatorias no se dan como cuando el plantel estaba incólume. Sea como sea, el duelo no debe escapársele a este Betis tan fiable, con un fútbol tan cualificado y con la propina del chute anímico recibido el domingo a eso de las cinco de la tarde.