
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Saber irse
Al viajar a Roma para la Gran Procesión del Jubileo, algunos han descubierto que existen otras ciudades en el mundo además de Sevilla. Con sus peculiaridades. Por ejemplo, se ha descubierto que los tanques a la calle en el Trastévere no se pueden hacer con la Cruzcampo sevillana, ni la Victoria malagueña, si acaso con la birra Peroni. Pero, como se supone que habían viajado con fines más piadosos, también se ha visto que Roma es de los pocos lugares del mundo donde hay más iglesias que en Sevilla. Aunque sin hermandades y cofradías como las de aquí. Y otra cuestión que llamó la atención fue la gran cantidad de vallas que colocaron para la procesión. Un itinerario de 3,7 kilómetros fue vallado al completo, excepto en un lugar: en la vía Cerchi del Circo Massimo. Y ese fue el coladero donde se montó una bulla de cangrejeo delante del Cachorro.
Sin embargo, nadie debería pensar que pusieron las vallas para fastidiar a los sevillanos del Cachorro y a los malagueños de la Esperanza. Bueno, y a otras imágenes que también salieron, aunque no en la Gran Procesión, sino en la Pequeña, que iba por delante, como los cofrades del Nazareno de León, de donde también acudieron varios cientos, incluso vistiendo túnicas. Aunque sin antifaces y capirotes, que sólo los llevaron cuatro de Perpignan (Francia) y se los quitaron a mitad del recorrido. Por cierto, casi todos los miembros de cortejos de confraternidades italianas iban con zapatillas deportivas, lo que demuestra su concepto casual del calzado nazareno. Esperemos que no los imiten aquí y cunda el pánico.
Pero lo que más llamó la atención fueron las vallas. ¿Por qué vallaron el recorrido? Pues porque en Roma colocan vallas a tutiplén cuando organizan un evento. Es lo más cómodo y sencillo para ellos. Vallas por todas partes. También las hubo en la plaza de San Pedro y las calles de la Ciudad del Vaticano el domingo para la primera misa y la entronización del papa León XIV. Y, además, con recorridos prefijados a los asistentes para los accesos y las salidas del Vaticano. Algo así como si en Semana Santa nos prohibieran pasar por unas calles y nos obligaran a irnos por otras, te guste o no.
Vallas hubo también en el entierro del papa Francisco. Vallas en todo el recorrido fúnebre, desde el Vaticano hasta Santa María la Mayor. Y en algunas calles no había bullas ese día. El mayor inconveniente de la Gran Procesión fue que no se podía cruzar. Es decir, no dejaban pasar a la otra acera, como en nuestra carrera oficial. Y no lo permitieron hasta el final, cuando se les pidió a gritos. Eso sí, policías había a cientos. ¡Qué envidia! Y voluntarios de protección civil también. El Cecop de los romanos funciona a su aire. Para ellos, una procesión es un evento más. Y en Roma no hay cruces de mayo.
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