Esta semana Sevilla ha vuelto a ver cómo una de sus carencias más sangrantes se convertía en mercancía política para que el PP y el PSOE se la tirasen a la cabeza. La pelea, en las vísperas de la campaña del 19-J, entre la Junta y el Gobierno por la iniciación de la línea 3 del Metro, un proyecto que todavía está en el aire y que nadie sabe cómo se pagará, demuestra que a las administraciones les cuesta tomarse en serio a Sevilla. Meter el Metro en el debate político en medio de unas elecciones demuestra, por una parte y por la otra, que de lo que trata es de hacer ruido y no de aportar soluciones.

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