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Este virus (no) lo paramos unidos

Este virus (no) lo paramos unidos

Hay ya un nuevo Gobierno andaluz, y es el antiguo Gobierno andaluz. Podría parecer un misterio cuántico, como el gato de Schrödinger, a la vez vivo y muerto. Pero el gobierno andaluz que es a la vez nuevo y viejo no es un misterio cuántico, sino el misterio de Juan Marín, cuyo golpe de autoridad no hay que descartar que acabe en una autolesión golpeándose a sí mismo. De momento en el nuevo Gobierno no hay ningún nombre nuevo, pero se han removido competencias. El cambio promovido por Ciudadanos concretamente deja a Ciudadanos sin dos direcciones generales, una sociedad, un consorcio… y alguna otra cosa, reforzando las consejerías del PP. En el pulso interno de Ciudadanos hay un claro ganador: Elías Bendodo. Al parecer eso tiene algún sentido.

Aunque el Gobierno Sánchez insista en que #SaldremosMásFuertes, es evidente que de ésta saldremos más débiles, y todos, no sólo Ciudadanos en el gabinete andaluz. También el PSOE andaluz, por cierto, que sigue ante su problema de liderazgo como Hamlet ante la calavera. En Madrid resurgen los rumores de que Susana Díaz será ministra, no candidata. Solo “son rumores, son rumores” como repetía aquel merengue de El venao que fue canción de un verano en los noventa. O tal vez sólo sea una maldad en los mentideros de la corte después de constatar que la ex sigue haciendo méritos ante su viejo enemigo, como esta semana cuando trataba de vincular el apoyo a los presupuestos a que Casado haga lo mismo. Otro de esos pequeños servicios a Moncloa que tal vez Moncloa, desde la subsede de Ferraz, acabe premiando.

Esta semana tocaba ronda de consulta con todos los partidos. O lo que es lo mismo, tocaba Teatro de las Buenas Intenciones. La ronda de partidos en Madrid fue una pasarela áspera de vetos cruzados; en Andalucía, por el contrario, prevaleció un tono de buenrollismo y flower power casi primaveral como para estar en la previa de un otoño caliente, o más bien incandescente. Por un rato, los vetos se aparcaron.

Incluso Susana Díaz anunció su disposición a aprobar los presupuestos, eso sí, con condiciones que impedirán que apruebe los presupuestos. El presidente dijo que creía en “sus ganas sinceras de colaboración”, y al menos pudo creerlo hasta que unas horas después la viese en Tele 5 o la oyese en la SER.

También Adelante Andalucía acudió conciliadoramente, eso sí, con dos portavoces, y a decir verdad pocos eran para el nivel real de división en la izquierda, más despedazada que fragmentada.

Juan Bravo, o sea, Juan Bravissimo, que ha adquirido la aureola de estrella como un ‘fuego de San Telmo’ [lamento que esta maldad irónica pueda requerir acercarse a Wikipedia], se ha hecho con las competencias de los Fondos Europeos. En Twitter anunció su éxito, cortesía del vicepresidente Marín: “Hoy he tomado posesión como consejero de #Hacienda y #FinanciaciónEuropea de la @AndaluciaJunta. Cambian las competencias…”. Parecía disfrutar hurgando en la herida. Claro que la pregunta es ¿qué fondos europeos, porque de momento no hay nada? Juanma Moreno le pidió a Sánchez un adelanto o algo. “Estamos exhaustos”, dijo usando un término que hace pensar más en running que en economía, donde se hubiera entendido mejor decir estamos tiesos como la mojama. No parece que Bravo vaya a tener ahora muchos fondos europeos que gestionar.

El presidente asume que el comienzo del curso será complicado. Tendrá que asumir, además, que a él no sólo se le va a juzgar por hacer una frase convincente; sino por hacer una gestión convincente. Su consejero Javier Imbroda está en el punto de mira de quienes tienen claro que el colegio será un polvorín. En Francia, al cerrar una docena de colegios, menos de un 0,02% de los casi 60.000 centros en suelo continental, ya había titulares de aúpa. Aunque Moreno quiera confiar en las buenas intenciones de Díaz, sabe que ese proceso será a cara de perro. Le basta con la respuesta del PSOE andaluz a su petición exhausta de un adelanto: “Que Moreno Bonilla se deje de lamentos: debe asumir su responsabilidad y no seguir pidiendo ayuda a Papá Estado…”. En fin, llama la atención no ya el previsible oportunismo de quienes hasta hace dos años estaban ahí pidiendo fondos al Gobierno central, sino el argumento de neoliberalotes de la Escuela de Chicago hablando de Papa Estado. Y eso el PSOE, qué cosas.

Entretanto, mientras la oposición calienta el arranque del curso escolar –Díaz lleva semanas anunciando el “caos”, quizá poniendo velas negras como la Bruja Lola– la sanidad concentra el fuego. Aunque Andalucía se mantenga entre las comunidades con mejores registros covid de España x100.000 hab., el colapso del sistema de cita médica por falta de personal extiende el descontento. Un modelo de protección ha acabado en un modelo de desprotección. Los dardos ahí se preguntan envenenadamente si los contratos para vigilantes de la playa no podían haber tenido un uso mejor. Eso sí, para fuego, la tragedia en torno a Almonaster La Real, donde reapareció la clásica guerrilla desde las redes contra la gestión del incendio.

Algunas críticas no se ocultaban, muchas sí. Lo socialistas, que en el pasado han dado muestras de manejarse ahí con solvencia incluso con su tropa de bots, se anotan un episodio bochornoso con el ataque contra el presidente andaluz desde la cuenta oficial del Ministerio de Transportes que dirige Ábalos: “Ha tardado varios días en aparecer. ¿Dónde ha estado metido Juanma Moreno mientras Huelva ardía? ¿De vacaciones con su superpresi o tratándose cosas inconfesables?”.

El uso de una cuenta oficial del Gobierno para ese mensaje chuscamente insidioso no requiere adjetivos, porque se califica, o se descalifica, solo; pero lo del hackeo para justificarse por el exabrupto resulta una vez más ridículo, porque de hecho el tuit reflejaba el argumentario extraoficial del partido.

En el Gobierno, se diga lo que se diga, no pueden confiar en “las ganas sinceras de colaboración” del PSOE. En cambio, les ha tranquilizado la visita del líder andaluz de Vox para asegurar la estabilidad parlamentaria que sostiene la mayoría. En víspera de la moción de censura, que hará saltar chispas con el PP, Vox ha preferido desentenderse de la deshonrosa salida del juez Serrano y enviar un mensaje de seguridad institucional. Andalucía is different. En cuestión de estilo, y no sólo de estilo, Alejandro Hernández ha tratado de mantenerse alejado del estilo madrileño de Vox aun siendo un partido hipercentralista, sin ceder nunca al show Serrano, que no prestará declaración el martes tras renunciar al escaño para alejar los focos del escándalo. Serrano, tras declarase amateur, sostiene que la política ha sido una gran decepción para él. Pero también él ha sido una decepción para la político. Quedan igualados.

La debilidad de Andalucía se proyecta también en la reordenación del sistema financiero tras la fusión de Caixa y Bankia. Andalucía es ajena a la recomposición del tablero, aunque Unicaja, única entidad importante con sede en la comunidad, pilotada por un gestor poco dado a frivolidades políticas como Manuel Azuaga, tendrá que moverse. Seguramente ahora volverá a escocer la oportunidad perdida de una gran caja andaluza. Los localismos mataron el proyecto, desde Granada, Córdoba, también Sevilla... Esta tierra de taifas nunca ha aprovechado la fuerza de la unidad.

Claro que toda España padece esa debilidad de una falta de unión patológica, incluso en circunstancias dramáticas, con los nacionalismos periféricos y los vetos cruzados en un tablero de polarización irreparablemente estéril. La incapacidad para comprometerse con los presupuestos incluso ahora, con la economía arrasada y los servicios debilitados, es desmoralizadora. Desde la oposición y desde el Gobierno, desde la izquierda y desde la derecha, nadie o casi nadie da la talla. La campaña #SalimosMásFuertes ha quedado en una milonga. El país no sale ni más fuerte ni más unido. De hecho, el país ni siquiera sale del virus, en el que más bien ha recaído con una curva inquietante. Este virus, en fin, no sé si lo vamos a parar, hay que pensar que sí, pero desde luego no lo vamos a parar unidos. Eso seguro.

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