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Juego sucio del PSOE con perspectiva de género... y de número

Jesús Aguirre, presidente del Parlamento andaluz, al comienzo de la sesión plenaria el pasado miércoles.

Jesús Aguirre, presidente del Parlamento andaluz, al comienzo de la sesión plenaria el pasado miércoles. / Raúl Caro / Efe

« REALIDAD »

El debate de presupuestos debería ser un ejercicio de realismo. Un análisis incluso tedioso a golpe de números. ¿Cuánto Sanidad? ¿Qué incremento o no? ¿Cómo mejorar la financiación? ¿Educación? Etcétera. Claro que detrás de los números hay ideas, ideología, estrategias y a menudo urgencias; pero los números deberían anclar la dialéctica, más que nunca, al principio de realidad. Y nada más lejos de la realidad. Los argumentarios tacticistas, los marcos tribales, los clichés retóricos... se imponen. Y eso convierte el debate no ya en un diálogo estéril, sino a menudo en un espectáculo absurdo de eslóganes prêt-à-porter, o más bien prêt-à-prononcer. Titulares lanzados para probar suerte y que lleguen a los medios o al menos a los redes con aspiraciones virales. Ningún andaluz, salvo una docena de cronistas, sabe más de los presupuestos después de que se hayan debatido en el Parlamento.

Para la izquierda, sólo había un objetivo: colocar el mantra de que se están destruyendo los servicios públicos. ¿Importa que el presupuesto suba en Sanidad o Educación? No. ¿Importa que no haya una política de conciertos distinta a la época socialista? No. Los números son irrelevantes; es la hora de los eslóganes. Y el Partido Socialista ha percutido en dos ideas: "Deterioro de los servicios públicos" y "generan una brecha de desigualdad bestial en Andalucía". Ahí queda el análisis: ¿de verdad los presupuestos andaluces se parecen a ese mensaje de "generan una brecha de desigualdad bestial en Andalucía"? Desde cierta ingenuidad, uno pensaría que es más eficaz un buen análisis, una buena disección de la ineficacia de la política fiscal, que un eslogan groseramente falso; pero se ve que los estrategas confían más en los eslóganes, en los prejuicios ideológicos, en el trincherismo movilizado. Claro que si no colocas negro sobre blanco una crítica objetiva sobre los agujeros del presupuesto, con números, acabas por transmitir que no hay números que criticar objetivamente.

Desde Por Andalucía acudieron directamente a la ideología. Inma Nieto reprochó a la consejera sus dogmas: "Se obceca en repetir recetas caducas que ya se han contrastado en la realidad y que han devenido en fracaso". Para un dirigente comunista, acusar a otros de dogmatismo y de "recetas caducas que ya se han contrastado en la realidad y han devenido en fracaso" no deja de tener encanto. En fin, a la izquierda le sucede en Andalucía lo que a la derecha en Madrid: hacen oposición, sin más, en modo enmienda a la totalidad.

Irene Montero y Ione Belarra se saluda en un acto en Madrid el pasado viernes. Irene Montero y Ione Belarra se saluda en un acto en Madrid el pasado viernes.

Irene Montero y Ione Belarra se saluda en un acto en Madrid el pasado viernes. / Borja Sánchez Trillo / Efe

« FÚTBOL »

Desde el PSOE cazan a dos consejeros asomados en la tableta al fútbol durante el pleno del Parlamento. Mal. José Antonio Nieto se disculpa. Es lo suyo. El presidente andaluz les afea el gesto, sin ir más allá de lo anecdótico. "¿Andalucía merece esto?", se preguntaba Ángeles Férriz. Hombre, hombre... está feo mirar cómo va el fútbol, pero es un poco ridículo pasarse de frenada, como si asomarse a la pantalla mereciera cabezas cortadas o algo así, bajo el estigma de humillar a Andalucía. En todo caso, el episodio, que podía haber sido la imagen del pleno, se olvidó con la bronca de un parlamentario de Vox llamando "golfos" a los socialistas. Jesús Aguirre estuvo en su sitio, y mandó a Javier Cortés a su escaño. De los escaños socialistas vino el previsible "fascistas" y así se aseguraban su buena bronca. La mala noticia es que Vox y la izquierda, no sólo Podemos, también el PSOE, se buscan porque la tensión les beneficia. Se ha visto esta semana en la bronca oportunista tras el insulto a Irene Montero. La izquierda sabe que los suyos se movilizan frente a Vox y Vox sabe que los suyos se movilizan contra la izquierda. Se podría deducir que son malos tiempos para la moderación, pero la moderación obtuvo mayoría absoluta en junio.

Patricia Navarro, Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, en Málaga. Patricia Navarro, Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, en Málaga.

Patricia Navarro, Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, en Málaga. / Daniel Pérez / Efe

« GÉNERO »

Más. El PSOE quiere al PP centrifugado con Vox en la política de género. De hecho, después del comentario insultante a Irene Montero, el PP apoyó a la ministra de Igualdad pero ésta, como el propio Pedro Sánchez, salieron a denunciar los ataques "de la derecha y la ultraderecha" colocando al PP con Vox. Les interesa menos el consenso que el disenso de alta tensión.

El martes, en la rueda de prensa, la consejera de Igualdad transmitió que la violencia de género es irrefutable y ahí no caben interpretaciones. Loles López no fue ambigua. Pero en el pulso de presiones desde PSOE o Vox, dijo que ahí con ninguno. Era obvio que no se expresaba con equidistancia respecto a la violencia de género entre PSOE y Vox, sino respecto a la pelea política. Pero bastó esa frase, con la torpeza de no calcular los riesgos, para que le reprochasen ser equidistante . Ya era falso en ese momento; pero después insistió allí, y una y otra vez, en que ella siempre con las víctimas. Tres días más tarde, el 25N, tras varios pronunciamientos de la consejera afirmando que no se puede cuestionar la violencia de género y que siempre con las víctimas, en el PSOE seguían acusándola de equidistancia: "Con las víctimas o contra las víctimas". Había que evitar que la verdad les estropeara el eslogan. También acusaron a Juanma Moreno de tibieza. Esto había dicho el presidente andaluz: "Nada detesto más que la violencia contra las mujeres. Me produce asco y una amarga sensación de derrota. Una sola mujer muerta a manos de un hombre es un fracaso de toda la sociedad. Nada hace más daño a un asesino machista que una imagen de sociedad fuerte, unida y convencida de exterminar esos comportamientos de nuestra vida". Ya se ve, muy tibio.

En el Parlamento, Vox volvió a salirse del consenso para impedir el manifiesto institucional; pero el PSOE también buscó excusas para salirse de la foto. Cada vez es más evidente la estrategia sacrificando cualquier unidad: proyectar al PP fuera de los consensos de género para alinearlos con Vox. El juego sucio de la política.

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