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Juan Espadas y Pedro Sánchez, durante un mitin celebrado en Almería.

Juan Espadas y Pedro Sánchez, durante un mitin celebrado en Almería. / Rafa González

1. ABATIMIENTO.- Siempre hay un frente donde se ganan o se pierden las guerras –puede ser Waterloo, Amiens, Stalingrado o cualquier otro lugar– y la contienda electoral de 2023 va a tener un frente clave, quizá el frente decisivo, en Andalucía. Los duelos autonómicos atraen más los focos, pero mandará el balance nacional de las municipales. En esas urnas se leerá quién irá a las generales con estrategia de ganador o no. Y el sanchismo puede implosionar en Andalucía, muy castigado sobre todo por su temeraria agenda con sus socios de Esquerra y Bildu.

Hace cuatro años, aquí obtuvo el PSOE más de uno de cada cinco votos. Con excepción de Málaga  y Almería, los territorios históricamente más afines al PP, los socialistas tuvieron victorias muy holgadas: en Sevilla más de veinte puntos de ventaja, y casi esa cota en Huelva y Jaén; en Granada se superaron los diez puntos, margen también de Cádiz, y además ganaron Córdoba por seis. Meses después, en las generales, el PSOE de Sánchez revalidaba triunfo con millón y medio de votos, y el PP se enfrentaba toda la noche a un sorpasso de Vox. Cuatro años más tarde, la descapitalización del PSOE ha sido formidable. El 19J, en las autonómicas, se intercambiaron: el PP se iba al millón y medio con mayoría absoluta y el PSOE se hundía. Y el Barómetro andaluz aún empeora sus perspectivas duramente. La marca está muy dañada y el clima de desastre se percibe en las trincheras.

Hay barones que marcan distancia, cada vez más, ya no sólo Page o Lambán, también Ximo Puig o Vara, pero Juan Espadas se sabe demasiado débil como para tener impronta propia. Sin músculo para plantar cara al sanchismo, ha optado por unirse a él con entusiasmo sanchista. De momento aquí se aferran a los datos de 2019 y a que las municipales tienen una dinámica menos ligada a las siglas. Ver entrar en prisión a los condenados de los ERE en Navidad, aunque la fecha rebajase el eco mediático, ha sido duro; y todavía está por ver qué sucede con Griñán, aunque no parece que vaya a funcionarle al PSOE el victimismo acusando al PP de cacería para entrullarlo, obviando la acción de la Justicia hasta el tribunal Supremo.  El PP de hecho se mostró solidario con la enfermedad. El drama para el socialismo andaluz es que además pueden hacer poco cuando el agujero negro está en la sedición, la malversación o la Ley del sólo sí es sí.

Elías Bendodo y Alberto Núñez Feijóo. Elías Bendodo y Alberto Núñez Feijóo.

Elías Bendodo y Alberto Núñez Feijóo. / Efe

2. SANCHIZAR.- Feijóo, de hecho,  ha puesto a Elías Bendodo a los mandos, con el aval del éxito en Andalucía. La mayoría absoluta de junio es el sueño húmedo en Génova. Andalucía es fundamental para doblegar al PSOE, pero además puede dar otra dimensión al éxito. Ir a las generales con la vitola de gobernar en solitario es lo que querrían. Los datos del último Barómetro andaluz para el PP son alentadores, porque se mantienen en la cota del 19J y porque el PSOE sigue desplomándose, hasta ocho escaños más. No se pueden trasladar a las municipales, pero apuntan una tendencia nítida. El sanchismo arrastra al PSOE. Bendodo decía esta semana que cada alcalde socialista es Sánchez. La estrategia es transparente: sanchizar la campaña para pasar la factura de Frankenstein en cada papeleta.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso de Diputados. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso de Diputados.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso de Diputados. / Efe

3. RELATO.- La transformación de la política debe mucho a su reconversión narrativa: no importan los hechos, por supuesto tampoco los argumentos, sino el relato. No importan los datos sino la historia que seas capaz de construir y transmitir con ellos. Eso es el storytelling, con su carga emocional y moral en el reparto de papeles de buenos y malos, donde la verdad ya es irrelevante. Y eso afecta a la economía ("¡somos los que más crecemos!" vs. "España es el único país que no ha recuperado los niveles prepandemia", siendo ciertas ambas cosas) y a Cataluña ("hay menos tensión que en 2017" vs. "compran votos con concesiones que debilitan al Estado"), y así a todo. Hay una clientela predispuesta a creer el relato. Sucede con el paro. El PP andaluz celebraba unos buenos datos, y María Jesús Montero ridiculizaba esto señalando la contradicción de esa alegría mientras Cuca Gamarra calificaba al Gobierno de trileros sugiriendo que los datos son falsos. Y esa contradicción existe, sí. Si son falsos unos, serán falsos todos. Claro que el PSOE hace lo mismo, aquí en la oposición y allí en el poder,  y de hecho atribuye a Sánchez los meses buenos y a Juanma Moreno los meses malos. Cada cual construye su relato. En este punto la verdad pesa menos que la credibilidad. En todo caso este va a ser un año sembrado de mentiras. Eso sí, despachadas como datos incontestables. 

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