La Navidad, época en la que la felicidad inunda y llena nuestras almas, época en la cual familia y amigos destacan como puntos esenciales a abordar, nos une fortaleciendo nuestros lazos más íntimos y personales, pero este año la pandemia, cada vez más restrictiva y densa, nos disgrega planteando así a primera vista unas Navidades distintas, no tan Navidades, no tan nuestras. Mientras el Gobierno, con esa incompetencia que lo caracteriza, continúe con tal pésima estrategia, que no hace mas que sumergirnos en un malestar generalizado, sólo nos queda poner la otra mejilla ante cada revés que golpea y desilusiona.

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