El número de contagios por coronavirus sigue aumentando a medida que pasan, no ya los días, sino las horas, y parece que cada vez estamos más lejos de contenerlos porque tantos los ciudadanos como las autoridades estamos fuera de la realidad, incapaces de captar la gravedad de lo que está sucediendo.

Tuve la mala suerte de comprobar esta ausencia de sentido común con mis propios ojos cuando a mediados de agosto me vi obligado a interrumpir mis vacaciones y regresar a Sevilla para ver a mi hijo ingresado en el Hospital Universitario Virgen del Rocío con fuertes dolores abdominales.

Al entrar en el hospital ni siquiera se tomaba la precaución de medir la temperatura corporal de los visitantes, muchos de ellos sin ponerse las mascarillas hasta que no llegan al puesto de control, pero lo que me dejó alucinado es cuando llegaba la hora de visitar a los enfermos ingresados en Observación-Estancias Cortas y el celador leía la lista con el nombre de los familiares que podían acceder al interior para ver al enfermo, pues los familiares se apiñaban todos juntos, “codo con codo” y, en algunos casos, sin ponerse siquiera la mascarilla de seguridad alrededor del celador, metiendo literalmente los virus dentro del hospital....

Con comportamientos como éstos, cada día damos un paso atrás en la lucha contra la pandemia y las víctimas seguirán aumentando.