Pasó la feria y las televisiones informaron de cómo los sevillanos habían adornado sus balcones, pero ni una mención a los lazos negros colocados sobre las banderas de España, que lucían también, y desgraciadamente, sobre los mismos balcones. Dos símbolos que no existen para este Gobierno: bandera y lazo negro. Nos quedamos los sevillanos sin nuestra Semana Grande, sin derramar nuestra fe en cada uno de los pasos que envueltos en sentimientos caminan cada año.

Y nos quedamos sin nuestra semana alegre, sin derramar nuestro amor y nuestra amistad en cada una de las copas que se alzan arriba cada año. Pero, eso sí, se han cumplido los objetivos del Gobierno. He vuelto a casa sola y borracha. Sola físicamente, porque es evidente que no podíamos ir con nadie más. Vuelvo sola cada día a casa cuando salgo de la entidad financiera donde trabajo –y repito, trabajo– cada día porque soy esencial, cara al público, temiendo por mi salud y la de mi familia, y las únicas palabras que el presidente ha tenido para nosotros han sido que “nos va poner a trabajar”.

En vez de asumir la culpa, miente enfrentándonos una vez más al pueblo. No nos nombra nadie y nadie nos agradece, pero seguimos ahí. Y vuelvo sola en mi interior, con la desazón que produce esta falta de respeto por todos los que han muerto, por el dolor de sus familias y por tomarnos por tontos a los que estamos vivos, mintiéndonos una y otra vez. Y vuelvo borracha: borracha de datos, ya no sé cuántos contagiados, con test rápido, con test PCR, asintomáticos, crecimiento absoluto, relativo… cuándo nos harán los test, cuántas mascarillas y equipos faltan, cuántos no cumplen…

Borracha de fechas de esa nueva palabra inexistente hasta ahora: desescalada. Borracha de ver que un presidente del Gobierno y un ministro de Sanidad no saben ni dar la cifra de fallecidos y contagiados sanitarios, pero, claro, uno se cree guapo y el otro es filósofo. Borracha de pensar cuál será nuestro futuro y el de nuestras familias, con la crisis económica que ya tenemos encima.

Borracha de ver los modelitos de Montero, que parece que va vestida para asistir a una comunión, con abalorios diferentes cada día y poco estilo, por cierto, mientras el resto del país vamos sin pendientes y sin maquillaje porque seguimos las recomendaciones de los expertos. Pobre, aún no se ha dado cuenta de que estamos de luto. Espero que los chinos abran pronto y que los que componen esta izquierda que nos desgobierna puedan comprarse corbatas negras. Lástima que los principios y los valores no se puedan comprar en ningún sitio.

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