Me asusta pensar que se piense antes en que los jugadores de fútbol vuelvan a sus entrenamientos que en que una sala de cine se abra con aforo limitado, cuando la seguridad es mucho más grande en la pantalla que en un campo. Allí no hay sudor, ni carreras, ni interacción entre los espectadores, pero sí entre los jugadores. Entonces, decidme:

¿Por qué no se abren los estudios de danza y se llevan a cabo las clases para los miles de bailarines que hay en nuestro país, con su debido control, como en el fútbol? ¿Es que acaso, durante estos sesenta días que hemos estado en casa, han sido ellos los que os han ofrecido clases gratis de yoga, de ballet, de contemporáneo para hacernos el encerramiento un poco más llevadero?

Creo que se nos ha ido el centro, si es que alguna vez lo tuvimos, si es que queremos estar lo más cerca de él al menos. ¿Quién no sabe que los extremos no son buenos?, ¿alguien cree que comer cuando estás lleno es beneficioso? Pues piensen, por favor, que volver a lo de antes sería volver al extremo, y no queremos o no debemos, porque es mejor sentir hambre y poder disfrutar de una buena comida que llenarse y sentir fatiga.