Lo preocupante de la mentira, tan extendida en la actualidad, deriva no tanto de la inquietud de que se esté mintiendo a la gente como del desasosiego que produce comprobar que la distinción entre hecho y ficción ya no es tan relevante. El lenguaje se asemeja a un conjunto de órdenes militares. La política se convierte en un arma de guerra y las palabras se tornan armas en todos los bandos. Quedarse de brazos cruzados no es una opción válida. Hay que estar muy vigilantes para que no nos engañen.
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