Fernando Carrasco

Tenemos una oportunidad

El Covid-19 preocupa, inquieta y sobre todo hace que nos planteemos muchas dudas. Todos esperamos que este distanciamiento social y aislamiento preventivo pase y que volvamos a vernos en las calles, colegios y parques. Una vez se han tomado y se están tomando decisiones, es muy lógico pensar que quizás se podría haber actuado de otro modo o que nuestra llave, probablemente, es la que hubiera desbloqueado esta situación.

Todo esto es comprensible, ya que esta calma inquieta o vigilante espera hace que querer lo mejor para nuestros seres queridos y vecinos a nuestro alrededor nos ponga en pie de guerra. Quizás es el momento de hacer todo lo contrario, puede que haya llegado la ocasión de parar el barco y pensar que ahora tenemos que alinearnos en unidad y desde casa, creer que la vida nos ofrece una nueva oportunidad.

Oportunidad para enviar ese mensaje a aquel amigo al que hace años no escribimos y del que nos acordamos cada día. Quizás es una oportunidad para pasar más tiempo con los nuestros, aquellos de los que casi desconocemos el color de sus ojos debido a nuestras equivocadas responsabilidades.

Es una oportunidad para sentarnos cerca de la persona que hace tiempo elegimos y que necesita de nosotros y a la que necesitamos. Es el momento y la oportunidad de volver a descubrir esa sonrisa que tanta vida nos daba y que riamos juntos a carcajadas. Es la oportunidad para decir aquello tan complicado y necesario de “me equivoqué, lo siento y te necesito”.

Es una magnífica oportunidad para planear ese viaje con el que soñamos y que puede que nunca llegue, pero su preparación puede hacer que disfrutemos y nos reilusionemos. También es una oportunidad para descolgar el teléfono y proyectar nuevos planes con amigos y familiares. Como docente, es una oportunidad para poner en valor la importancia de la familia, y de que tenemos en nuestras manos el mayor de sus tesoros. Como padre, es una oportunidad para reconocer la labor que todas las escuelas, colegios e institutos de nuestra ciudad hacen cada día por fomentar los valores más nobles entre sus mayores tesoros, nuestros hijos.

Es una oportunidad para luchar por las confianzas perdidas, la cercanía que, aún no sabemos cómo, se perdió. Es una oportunidad para llamar a nuestros mayores y decirles: “No te preocupes, estoy aquí”. Pero, sobre todo, es una oportunidad para demostrar a todos lo que realmente somos, un pueblo que respira humanidad, que se hace fuerte ante las adversidades y que, aunque sea virtualmente, demuestra que un abrazo no es la única forma de mostrar unidad, cercanía o amor. 

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