Tribuna

José Luis De Justo Alpañés

Alfonso X y la Marina de Castilla

El autor hace un repaso por la historia de la ciudad con el rey sabio como protagonista

A Alfonso X se debe la construcción de las Atarazanas Reales.
A Alfonso X se debe la construcción de las Atarazanas Reales. / Juan Carlos Muñoz

05 de noviembre 2021 - 05:50

El 23 de noviembre de 1221 nació en Toledo, Alfonso X el Sabio, con lo cual el próximo mes de noviembre se cumplirán 8 siglos de su nacimiento. Ante la proximidad de la fecha, hemos pensado que era muy oportuno recordar a este rey que tanto brilló en las Letras (las Cantigas de Santa María), la Astronomía (las Tablas Alfonsíes) y el Derecho (las Partidas); al creador de la Escuela de Traductores de Toledo, en la que reunió a cristianos, hebreos y musulmanes. En este artículo nos vamos a referir a la intervención en el auge de la Marina de Castilla de este personaje, tan vinculado a la ciudad de Sevilla.

El origen de la Marina de Castilla aparece relacionado con el arzobispo Diego Gelmírez, durante el reinado de Alfonso VII, a comienzos de siglo XII. Lafuente se refiere a él con estas palabras: “Reinando Alfonso VII cuando todavía no era emperador, fundó Diego Gelmírez la Marina de Castilla y León y el poder naval en el océano”. Gelmírez había acudido a las Repúblicas de Génova y Pisa en demanda de constructores de barcos expertos en galeras birremes para los astilleros de Iria Flavia (hoy Padrón). A este origen contribuyen también Asturias y Cantabria. Castilla dependía de la mar para gran parte de su comercio. En 1242, Alfonso X conquista Cartagena, con lo que Castilla, llega al Mediterráneo.

El plan de Fernando III el Santo al apoderarse de Sevilla era dar acceso a Castilla al litoral Atlántico, consolidando así las conquistas de Córdoba y Jaén. La empresa no era fácil, ya que la entrada a la ciudad por el Guadalquivir estaba defendida por numerosas embarcaciones berberiscas. Para ello necesitaba una fuerza naval eficiente y llamó en su ayuda a Ramón Bonifaz, nombrado Almirante de Castilla, para que, en el menor tiempo posible, reuniese una armada con capacidad operativa para la acción. Bonifaz, ayudado por los Concejos de la Costa aparejó 13 naos gruesas y 5 galeras, y derrotó a las naves musulmanas antes de remontar el Guadalquivir. Fernando III fundó, bajo la dirección de Bonifaz, un astillero, pero la muerte prematura de aquel hizo que, en realidad su construcción correspondiera a su hijo, Alfonso X.

En 1262 Alfonso X conquista Cádiz, con lo que llega al sur español del Océano Atlántico. En 1282, se subleva su hijo, el príncipe D. Sancho, y cuando el Rey va recuperando apoyos, sobreviene su muerte el 4 de abril de 1284. Tradicionalmente se interpreta el "no-madeja-do” que figura en el logotipo del Ayuntamiento de Sevilla, como referencia a la fidelidad de la ciudad al monarca en la guerra que mantuvo contra su hijo.

Alfonso X creó dos cargos de Almirante de Castilla, para el norte y el sur, encomendando este último a Pedro Martínez de la Fé, con su atarazana en Sevilla. Las Reales Atarazanas de Sevilla han significado, para la marina de Castilla, algo semejante a lo que fueron las Reales Atarazanas de Barcelona (1280-1300), algo posteriores, para la marina de Aragón. Existen interesantes fuentes documentales del período almohade, donde el cronista Quartas nos refiere que Abú Yaqub Yusuf I, a su llegada a Sevilla, en 1184, mandó al gobernador que se ocupara, durante su ausencia, de construir unas atarazanas, que se extendieran a partir del muro de la alcazaba, levantada a orillas del río, desde la puerta de las Barcas hasta la puerta del Alcohol. Fernando Amores, 2018 (Archivo Hispalense, 306-308: 37-63) considera que estas atarazanas musulmanas (Atarazanas Viejas), con 7 naves, pueden estar en el actual recinto de la Casa de la Moneda y que pudieron ser utilizadas como atarazanas en los tiempos inmediatamente posteriores a la conquista de Sevilla.

Alfonso X el Sabio inicia la construcción de unas Atarazanas Reales para la construcción de galeras y bajeles, en el ámbito cobijado que formaba la muralla con la coracha que unía las Torres del Oro y de la Plata, entre las Puertas del Carbón y del Aceite. Basadas en la yuxtaposición de 17 naves en sentido perpendicular al Río Guadalquivir y adosadas a la muralla almohade de la ciudad, ejecutadas todas ellas en fábrica de ladrillo, formando un recinto de 100 x 180 m. Se facilitaba una fácil salida al agua, para la entrada y salida de los barcos, por estar situadas en el Arenal de suave pendiente. Los arcos arrancan a una altura de 5 m desde la base de la zapata continua. La cimentación era una zapata corrida construida con argamasa de cal muy dura. Las atarazanas fueron construidas por alarifes musulmanes. Hasta que Antonio Barrionuevo no retiró la cal de las paredes, en su restauración de 1995, los sevillanos no comenzaron a apreciar la suntuosidad de esta obra gótico-mudéjar, con anchas y largas naves cubiertas por bóvedas de arista y apoyadas sobre fortísimos pilastrones de ladrillo, material único este existente en el monumento, sobre los que vuelan gruesas bóvedas, cuya belleza maravilla al visitante.

Alfonso X ordenó que una flota de 10 galeras armadas, cada una con dos compañías de soldados mandados por un Cómitre, estuviesen siempre dispuestas. Esto duró hasta 1278. En 1277 se produce la conjura contra el rey de su hermano el infante D. Fadrique. Alfonso X el Sabio también sentó los fundamentos de lo que habría de ser la ciencia náutica europea, y estableció, en las Partidas, la primera legislación marítima castellana. La galera fue un tipo de barco ampliamente usado desde la antigüedad hasta principios del XIX. Es un barco impulsado por la fuerza de los remos, y en ocasiones por el viento; por eso poseía una o más velas grandes. Los barcos españoles ya disponían de cañones en 1372, que aterrorizaban a los británicos. Las cuentas pendientes entre los Trastámara y la Inglaterra del Príncipe Negro empujaron a que Enrique II se involucrara en la Guerra de los 100 años de parte del bando francés. Enrique II nombró a Fernán Sánchez de Tovar, Almirante de Castilla en 1374. A principios de 1380, Sánchez de Tovar concentró en Sevilla 20 galeras para su plan más ambicioso una incursión en Inglaterra. Franceses y castellanos a su mando se lanzaron ese verano hacia el corazón británico. Tras incendiar la fortaleza de defensa, las galeras entraron a golpe de remo por el curso del Támesis para acabar desembarcando sobre la ribera sur.

En el primer tercio del siglo XV, las Atarazanas armaron sus últimas grandes flotas de galeras. Las Coronas de Aragón, Castilla y Portugal habían conseguido desarrollar en sus astilleros una tecnología naval puntera, adaptada a las necesidades de navegación por el Atlántico, para la que la galera mediterránea no era idónea. Las galeras fueron perdiendo capacidad de combate frente a diseños novedosos de veleros como la carabela y la nao, que eran más rápidas y fuertes, con mayor autonomía gracias a sus tripulaciones menos numerosas. Aún durante el reinado de los Reyes Católicos, se hacían reparaciones y se construía alguna galera en Sevilla, pero ya había comenzado su decadencia como astillero. En 1534 la Atarazana de Sevilla no contenía elemento alguno para construir galeras. El último servicio prestado fue el embellecimiento de la nave capitana de D. Juan de Austria en la batalla de Lepanto. Fueron activas durante más de 3 siglos. Con la pérdida de su función original, se produce una subida del nivel del edificio mediante un importante relleno, primero de aproximadamente 3,90 m, para elevarse sobre la cota del río, que era primordial en su antiguo uso.

El primer asentamiento de las dependencias artilleras en las Atarazanas data de 1587, en tiempos de Felipe II, con motivo de la ocupación de Portugal por este Rey. En 1593, este rey prohibiría por cédula real que los barcos construidos en las atarazanas sevillanas se emplearan para los viajes al nuevo Mundo aduciendo la peor calidad de la madera utilizada en ellos frente a la de los astilleros del norte de España. Con ello comienza el desmantelamiento de las Reales Atarazanas, que culmina con la construcción de la Delegación de Hacienda, en 1945, con la destrucción de otras 5 naves, 13 a 17. En el Proyecto de Adecuación y Reparación del Nuevo Centro Cultural Atarazanas, cuyas obras están a punto de iniciarse, se contempla la excavación de dos naves hasta la cimentación de las pilastras, para que los visitantes puedan contemplar cómo era el antiguo astillero.

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