La tribuna

Los palos borrachos del Rectorado

Los palos borrachos del Rectorado
Tomás García
- Doctor En Biología

La mayoría de los árboles de origen sudamericano que pueblan calles, jardines y recintos históricos de Sevilla llegaron en tres oleadas: la primera sería en el siglo XVI tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, dejándonos entre otros el ombú del Monasterio de la Cartuja importado por Hernando Colón; la segunda correspondería a la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929 y nos proveyó de jacarandas, crestas de gallo, araucarias y muchos más; la tercera se refiere a los árboles que arribaron en tiempos de la Exposición Universal de 1992. El palo borracho fue un integrante principal de esta última serie, aunque el ejemplar más vetusto de la ciudad sea el regalado en 1940 por una dama argentina al poeta y director conservador del Alcázar Joaquín Romero Murube para plantarlo en sus hermosos jardines.

Los palos borrachos, también llamados árboles de la lana por las fibras algodonosas de sus frutos, se distribuyen en distintas especies del género Ceiba y son parientes del mítico baobab que es protagonista secundario de la novela El principito de Antoine de Saint-Exupèry, así como del yaxché o árbol sagrado de los mayas que es objeto de asombrosos relatos legendarios. El apelativo borracho deriva de sus verdes troncos panzudos en forma de botella y que pueden almacenar agua para tiempos de sequía, ayudados por la presencia de cónicas púas defensivas que les permiten disminuir la pérdida acuosa por transpiración. Desarrollan durante el otoño temprano espectaculares flores con cinco llamativos pétalos de variados colores, las cuales recuerdan a las de orquídeas y pacíficos, siendo la especie de flores rosadas-amarillentas (Ceiba speciosa) la más frecuente en Sevilla.

Los palos borrachos con pétalos blancos y fondos amarillos (Ceiba insignis) nos ofrecen un precioso espectáculo allá donde se encuentren. El resto de sus características morfológicas son semejantes a las de flores rosas, aunque suelen mostrar troncos más abombados y espinosos. Existen pocos representantes en la urbe hispalense, destacando la pareja que nos deslumbra estos días con su virginal floración en uno de los parterres de los jardines del Rectorado, frente a la portada de Derecho de la antigua Fábrica de Tabacos. Estos bellos especímenes conviven de cerca con un ginkgo, una paulonia y los dos únicos tuliperos de Gabón de la ciudad; se encuentran próximos a un cresta de gallo de espléndidas flores rojas primaverales y a pocos metros de la exclusiva jacaranda de floración blanca, convertida ya en uno de los símbolos naturales de Sevilla. En suma, el par de palos borrachos y el resto de árboles que los acompañan forman un apretado conjunto singular dentro del magnífico y cuidado campus universitario, que también nos regala en otros lugares más alejados jacarandas lilas, árboles de Júpiter, washingtonias, pacanos, cipreses, pinos de Alepo, magnolios u olivos junto al Palacio de los Montpensier, el artístico Hotel Alfonso XIII y el Guadalquivir.

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