En el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía del pasado día 23, la consejera de Economía presentó un informe del primer semestre en el que ensalzó la fortaleza de la economía andaluza sobre la base de diversos indicadores, especialmente del crecimiento diferencial del PIB en el primer trimestre (3,1%) sobre el de España (2,8%) y más aun sobre el de la Unión Europea (1,6%). Dos días después se ha publicado la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre con 70.600 nuevos ocupados, que han propiciado un récord en Andalucía de 3.546.700 ocupados. Además, la tasa de paro descendió al 14,85% de la población activa, la más baja desde 2008, reduciendo el diferencial con la tasa de paro española y que le permite abandonar la primera posición del paro en España. Estos datos ratificarían a la consejera la confianza con la dinámica de la economía regional, que previsiblemente se verán confirmados con la estimación del PIB del segundo trimestre.
Los que analizamos la economía debemos valorar otros matices de las estadísticas y sus implicaciones. Por ello, hay que señalar que el aumento de la ocupación es habitual en los segundos trimestres por la iniciación de la campaña turística y el final de diversas campañas agrarias, y que el aumento trimestral de la ocupación haya sido menor que en años anteriores, lo que alimenta la creciente percepción de desaceleración económica.
En cualquier caso, la observación fundamental de este artículo es llamar la atención sobre la importancia del turismo en la referida evolución del mercado de trabajo, pues en el segundo trimestre el aumento del empleo en “comercio, hostelería y servicios de alojamiento” fue de 73.500 personas, superando el aumento total del empleo. Este protagonismo del turismo en el aumento del empleo debe ponerse en relación con la evidencia de que ninguna región ha conseguido converger con la media nacional gracias al turismo. En concreto, en España desde el año 2000 al 2023, las comunidades con fuerte especialización turística (Canarias, Baleares, Andalucía, Comunidad Valenciana) han descendido en el ranking del PIB per cápita, mientras que han mejorado su posición las comunidades en las que el turismo es menos significativo (Galicia, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura).
Este comportamiento es debido a que el crecimiento el PIB per cápita puede aumentar por el alza de la productividad o del empleo, pero si el empleo no se combina con un aumento del equipo capital, de la tecnología y otros factores se aplicará a funciones fundamentalmente básicas con retribuciones bajas, por lo que, si bien podría aumentar el PIB, propiciaría la disminución del PIB per cápita. Un aumento exclusivo del número de empleados acentúa la especialización productiva en actividades poco complejas y susceptibles de no ser competitivas en un mundo abierto y con competidores con menores costes laborales. Por ello, un crecimiento saludable a medio y largo plazo debe pivotar fundamentalmente sobre el crecimiento de la productividad. Como dijo el premio Nobel Paul Krugman, “la productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo”, y la experiencia internacional pone de manifiesto que las economías que han crecido con más intensidad lo han hecho sobre la base de un aumento mayor de la productividad. Andalucía ha tenido tradicionalmente una productividad inferior a la media nacional, y también está siendo menor su crecimiento en las últimas décadas.
En consecuencia, bienvenidos los récords en el mercado de trabajo, pero si queremos converger en renta y bienestar es necesario frenar la intensidad turística y diversificar nuestra producción hacia actividades de mayor cualificación de los recursos humanos, con más innovación, desarrollo tecnológico, inversión y empresas bien dirigidas y dimensionadas.