Panorama

Treinta presos por yihadismo saldrán de la cárcel en dos años

  • Preocupación por el regreso a la sociedad después de cumplir de tres a cinco años de reclusión por autorradicalización, captación y pertenencia a organización terrorista

Una treintena de presos por delitos relacionados con el yihadismo abandonarán las cárceles españolas en el plazo de dos años. Los primeros cuatro reclusos recobrarán la libertad a finales de este año. Para 2019 se prevé la salida de otra veintena y el resto en 2020. El Gobierno y los servicios antiterroristas están preocupados por la situación en la que quedarán una vez que salden sus deudas con la Justicia porque a estas alturas se da por sentado que la capacidad de desradicalizadora de las cárceles es, cuando menos, aislada. El sevillano Manuel Navarrete, coronel de la Guardia Civil y director del Centro Europeo contra el Terrorismo de Europol, exponía con toda crudeza esta realidad en julio, durante un curso de verano de la Universidad de Málaga, cuando se preguntaba si las prisiones son "un elemento rehabilitador o acelerador de la radicalización".

"La mayoría cumple condenas de tres a cinco años de prisión, todos como FIES (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento), lo que implica que han pasado de 22 a 23 horas diarias de aislamiento y una o dos de patio. Salen con mucho odio", apunta una fuente experta en yihadismo. De hecho, Javier García-Larrache, subdirector general de Cooperación Internacional contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, admitía, también en una intervención en la Universidad de Málaga, esta "preocupación". "Dos o tres años de prisión es un periodo corto para que sea efectiva la desradicalización", confesaba.

1.400Retornados. De 5.000 europeos desplazados a Siria, 1.400 han regresado, y unos 900 murieronDos detenidos por adiestrar en explosivos en la red recobrarán la libertad a final de añoSon reclusos de especial seguimiento, que han pasado aislados 23 horas al día

Esta situación no es aislada en el panorama europeo. El Gobierno francés ha reconocido que en este periodo saldrán de las cárceles de este país 450 internos que han cumplido diferentes sentencias por sus vínculos con el terrorismo de perfil islamista.

Entre los presos por yihadismo que concluyen su condena a finales de año figura una pareja detenida en diciembre de 2015 en Barcelona y Canarias que aceptó tres años de prisión por pertenencia a organización terrorista. Había desarrollado una prolija actividad propagandística en las redes sociales difundiendo el ideario del Daesh y aludiendo a Madrid, Londres y Sydney como objetivos de interés. Además, se le intervino una autodenominada Guía para lobos solitarios e Interior reconoció en aquel momento que había contribuido al adiestramiento en el manejo de armas y explosivos a través de internet. Poco después logrará también la libertad Pitufa, alias con el que se identificaba en la red una mujer que pactó cinco años de cárcel por integración en banda terrorista, adoctrinamiento y captación. Según la sentencia, tenía relación directa con la estructura de Daesh dedicada en Turquía a organizar la entrada de terroristas extranjeros en Siria. También se le intervinieron, entre otras, conversaciones con uno de los condenados por el atentado a la Casa de España en Casablanca, que en 2003 costó la vida a 45 personas.

Aproximadamente la mitad de este colectivo de presos son ciudadanos magrebíes con residencia en España, en cuyo caso se aplica con carácter general la expulsión del país, salvo excepciones, como por ejemplo, que sean padres o madres de menores españoles, casos en los que esta opción es más controvertida. Para los nacionales, en cambio, el horizonte dependerá de factores externos. "Si vuelven a su comunidad convertidos en héroes, en autoridades morales, en modelos para los más jóvenes tendremos un escenario grave", apuntan las fuentes consultadas. García-Larrache apelaba en el curso sobre radicalización de la Universidad de Málaga al "papel esencial que jugará la sociedad civil, porque estos terroristas tienen que vivir en un entorno y el hecho de que sean conocidos y que se sepa que han estado en la cárcel puede hacer que la propia sociedad no permita que lo vuelva a hacer". Tamb'ién puntualizaba que muchos no han tenido contacto directo y personal con la violencia, tienen familias y reúnen una serie de cualidades que los hacen "reinsertables".

Actualmente están ingresados en las cárceles españolas 146 personas por sus vínculos con el terrorismo islamista, cifra que se ha triplicado con holgura desde 2012, cuando eran 41. El repunte más significativo de detenciones se produjo entre 2014 y 2015, coincidiendo primero con la autoproclamación del Estado Islámico por parte de Daesh y seguidamente con los cambios introducidos en el Código Penal, a través de la Ley Orgánica 2/2015, para penalizar la autorradicalización y los viajes a zonas de conflicto para unirse a organizaciones terroristas.

Aunque la mayor parte de la treintena de presos que está a punto de salir cumple condenas por actividades terroristas relacionadas con el adoctrinamiento y la propaganda, también figuran algunos retornados desde las zonas de Siria e Iraq que estuvieron controladas por Daesh.

De los cerca de 5.000 europeos que en los últimos años se han sumado a Daesh, 231 eran españoles o residentes con permiso de trabajo en el país. Por el momento, los servicios antiterroristas de España tienen constancia del regreso de 44 de ellos, de los que 14 cumplen condena actualmente y cinco son niños con edades inferiores a los 14 años.

A medida que el autodenominado califato perdía territorio entre Siria e Iraq, crecía en Europa el temor a los retornados, al tratarse de individuos que han estado expuestos directamente a la violencia, con un alto grado de ideologización y radicalización. "Suponen una amenaza proporcional a su experiencia violenta", en palabras del coronel de la Guardia Civil Manuel Navarrete. El último informe de Europol sobre tendencias y situación del terrorismo en Europa subraya cómo la reaparición de hombres y mujeres, junto a un "extenso número de menores", procedentes de las zonas de conflicto representa una "permanente amenaza a la seguridad". Sin embargo, no se ha producido la vuelta masiva que se temía. Se ha constatado la llegada 1.400 adultos y niños. También se estima que de los 5.000 que se incorporaron a las filas de Daesh desde Europa, 900 han muerto en enfrentamientos. ¿Qué ha sucedido con el resto? "Están en Sahel, Marruecos y Libia", precisa un experto en la lucha contra el terrorismo yihadista.

La descomposición de Libia, convertida en un estado fallido con dos grupos enfrentados por el poder, ha facilitado primero la expansión de Daesh, que sigue arraigada a pesar de los bombardeos periódicos de Estados Unidos y Egipto, y después la relocalización de los combatientes extranjeros que se desplazaron a Siria. Las áreas del Sahel bajo control de la organización terrorista Boko Haram son otro punto de interés y de riesgo, especialmente Mauritania, Níger, Mali, Chad y Burkina Faso. "Es ahí donde está ahora la amenaza", precisa esta fuente, que también señala Marruecos. Además, se calcula que de 900 a un millar han buscado emplazamiento en los Balcanes, aprovechando que es un punto geoestratégico primordial en las rutas del contrabando de drogas y armas, en las que confluyen el crimen organizado y el terrorismo de orientación islamista.

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