Evacuación de 36 familias de un bloque de Jardines de Atalaya
Todos los residentes del edificio tuvieron que salir por el desplome de un cuarto de baño y el mal estado del inmueble
A las nueve y veinte de la noche del viernes, el techo del cuarto de baño del cuarto C del bloque 2 de Jardín de Atalaya se vino abajo. Los peritos aconsejaron el desalojo del inmueble, cuyos inquilinos se vieron obligados a hacer el equipaje, a coger lo imprescindible, en unas vacaciones forzosas. Fue un susto, mas no una sorpresa. “El bloque está lleno de grietas”, dice Rafael Madrigal, 30 años, informático, que llegó a su vivienda de recién casado y ha tenido que volver a casa de sus padres. La comunidad pidió una subvención a la Administración, que exigía una renta familiar inferior a los 18.000 euros para conceder esa ayuda. “Hay muchas parejas jóvenes en las que trabajan los dos y no cumplen ese requisito”.
Los vecinos denuncian la existencia de “puertas que no cierran y suelos abombados”. Son pisos construidos con arcilla expansiva, como todos los de esta privilegiada cornisa desde la que se divisa Sevilla capital y el nuevo recinto de la feria de Camas, que mañana se abre con la noche del pescaíto. Los vecinos de Jardín de Atalaya no están para fiestas. 35 personas han sido alojadas en el hotel Vega del Rey. El resto, en casas de familiares.
“Tenemos la moral muy baja”. Elena dice que fue la primera de los 36 vecinos que llegó a estos pisos construidos hace unos treinta años. “Aquí han nacido mis cuatro hijos”, dice poco antes de partir hacia el hotel esta mujer que llegó a la cornisa desde Aracena.
Muchos acababan de regresar de las vacaciones. “Hemos estado en la sierra de Gredos y mire ahora”, dice una vecina del séptimo D. “Estaba en Sevilla, me llamó mi hija Raquel y me vine en un taxi”. Uno de los miembros de la Policía Local de Camas desplazado a las inmediaciones del inmueble afectado lo conoce bien. “Estuve viviendo en el bloque 5. Es un sitio magnífico. Yo no necesitaba poner el ventilador ni el aire acondicionado”.
El goteo es permanente. Una pareja de jóvenes pide permiso al agente para recoger unos enseres. Ella lleva una lista para que no se les olvide nada. Un hombre acude para bajar a su suegra, que está en un séptimo. El policía le advierte que el ascensor está bloqueado. Sólo se puede subir por ese medio al noveno y último piso, ya que, tras un siniestro anterior, un incendio, la comunidad decidió construir una conexión de emergencia entre las azotetas de los bloques 1 y 2.
En el mismo término municipal de Camas, otro edificio también construido con arcilla expansiva en la urbanización El Carambolo tuvo que ser derribado por problemas de cimentación. Era el número 1 de la calle Granada, que ahora lleva el número 3 tras la referida demolición.
Desirée Suárez tuvo suerte. Estaba en la calle a una hora en la que habitualmente suele estar en la vivienda con su hijo. El suelo que se desplomó, el del quinto C, corresponde a una vivienda que está vacía. Susana Román, también vecina de la vivienda siniestrada, se estaba duchando cuando oyó el ruido espantoso.
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