La Policía Local de Coria del Río inteceptó la tarde del domingo una narcolancha que iba a la deriva por el Guadalquivir. En la embarcación no viajaba nadie ni tampoco había ningún fardo de droga, pero sí llevaba varios bidones de gasolina. La goma fue remolcada con la ayuda de la barcaza de Coria y se encuentra ya a disposición de la Policía Nacional, que ha iniciado una investigación sobre la misma.
El hallazgo se produjo después de que la fuerza municipal de Coria recibiera una llamada de sus compañeros de La Puebla, que habían visto pasar la barca por el río sin ningún tripulante. Los policías de Coria la interceptaron con la ayuda de la barcaza y la remolcaron hasta Puerto Gelves, donde quedó bajo custodia de la Policía Nacional, cuerpo que tiene las competencias de seguridad ciudadana en el término municipal de Coria del Río.
La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de este cuerpo ha iniciado una investigación sobre la embarcación. El primer paso será el análisis por parte de la Policía Científica, que tratará de encontrar alguna huella o vestigio biológico para tratar de averiguar quién puede ser el propietario de la lancha y si ha servido para introducir recientemente algún cargamento de hachís por el río.
La lancha intervenida es una potente embarcación semirrígida, la clásica lancha empleada por los narcos para transportar droga desde Marruecos. Tiene tres motores y una capacidad para llevar como mínimo dos toneladas de hachís. Lleva cuatro asientos, uno para cada miembro de la tripulación. Un puesto es para el piloto, que suele cobrar entre 40.000 y 50.000 euros por trayecto. Otra silla es para el copiloto o gepero, llamado así por ser quien lleva el GPS que guía la goma.
El tercer asiento es para el garantía o notario, que suele ser un miembro de la organización de Marruecos que vende la droga a las mafias españolas. Su trabajo es dar fe de que se ha producido la transacción de manera correcta. En el caso de que la lancha sea descubierta por las autoridades, es quien debe dar la orden de tirar la droga al mar. Hasta que el garantía no lo ordene, los fardos permanecerán en la narcolancha. El cuarto y último asiento es el del marinero o chacota. Es quien se encarga de bajar la mercancía o deshacerse de ella cuando lo ordene el garantía, y también de gestiones propias de la navegación, como abarloar la lancha a algún otro barco o zona en la que se produce el alijo.
El Guadalquivir es una de las puertas de entrada de esta droga en España. Las mafias suelen utilizar el río como alternativa a las playas del Campo de Gibraltar, mucho más vigiladas. La mayoría de los alijos se hacen en la zona de Isla Mayor, donde los narcos utilizan un canal que da a la zona trasera de un polígono industrial y ganadero para desembarcar los fardos. Este polígono, el Príncipe de Gales, fue recientemente registrado por la Guardia Civil, en una operación contra las guarderías del hachís y las infraestructuras del narco en la provincia de Sevilla.
Los clanes que más han utilizado históricamente el Guadalquivir para meter hachís suelen ser de Sanlúcar de Barrameda, si bien en los últimos años se ha hecho fuerte en todo el Aljarafe el conocido como clan de los Lanas. La Guardia Civil detectó el verano pasado que esta organización se había aliado con uno de los principales narcotraficantes del Estrecho, Abdellah el Haj Sadek el Membri, más conocido como el Messi del hachís por su afición al fútbol. De hecho, llegaron a remontar el río hasta La Algaba con una lancha que llevaba más de 3.000 kilos de hachís.
La Policía Local de Coria del Río ha incrementado durante estos días de cuarentena por el coronavirus su presencia en las calles y sus inspecciones y controles por el municipio. Fruto de esa mayor actividad es no sólo la intervención de esta narcolancha, sino también la resolución de algunos delitos que se han cometido recientemente en el pueblo. Los agentes de este cuerpo están trabajando de manera intensa para garantizar el cumplimiento de las medidas impuestas en el decreto del estado de alarma.
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