utrera

El asesino ermitaño

  • Antonio Márquez Gómez, belga de 57 años, mató a su mujer, la descuartizó y la tiró al Sena en 1995

  • Llevaba una vida de anacoreta en Utrera, donde fue detenido el sábado

Los periodistas preguntan a una vecina, en la calle Herradura de Utrera

Los periodistas preguntan a una vecina, en la calle Herradura de Utrera / Víctor Rodríguez

La calle Herradura de Utrera es una tranquila y pequeña vía situada a la entrada del municipio según se llega desde Sevilla. En ella hay dos conjuntos de viviendas de reciente construcción. Uno tiene la entrada por Herradura y el otro por la calle perpendicular, que se llama Puerta de Golpe. En la mayoría de los balcones cuelgan banderas españolas y apenas hay gente dentro. "Aquí la mayoría trabaja y no están en casa durante el día", apunta una vecina. Unos metros más allá hay una gran extensión de terreno vallado, como si estuviera previsto que estos dos conjuntos formaran parte de un complejo residencial mucho mayor que se quedó sin construir en los años de la crisis. Allí fue detenido, el sábado a las diez de la mañana, Antonio Márquez Gómez, un ciudadano de nacionalidad belga -aunque con pasaporte español- acusado del homicidio de su esposa, ocurrido en Francia 22 años atrás.

Márquez Gómez, de 57 años, asesinó a su mujer en el año 1995, la descuartizó y decapitó y arrojó el cadáver, metido en un baúl, al río Sena. Luego huyó y no se supo nada de él hasta este fin de semana. La Policía francesa halló muestras de ADN del marido en los plásticos que envolvían los trozos del cadáver. Márquez Gómez fue el sospechoso número uno desde el primer día, pero logró escaparse y siempre se pensó que podía ocultarse en España, ya que tenía ascendencia española y familiares en el país. Una nueva pista permitió reabrir la investigación hasta localizar al sospechoso en Utrera.

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Allí vivía como un ermitaño. No salía de su casa para nada y vivía gracias a la ropa y al dinero que le enviaban por correo sus familiares, afincados en Valencia y en Madrid. Nadie en la calle Herradura le conocía. "¿Está usted seguro de que fue aquí?", preguntaba uno de los vecinos a los reporteros que este lunes se plantaron en la puerta del número 2 de esta calle tratando de obtener alguna información sobre el presunto parricida belga. "No hay ningún vecino que responda a esa descripción. Y no nos hemos enterado de nada, ¿cuándo dice que fue?, ¿el sábado por la mañana? Estuvimos aquí y desde nuestra casa se ve todo lo que pasa en la calle. Quizás los policías fueron muy sigilosos".

Los periodistas repiten una y otra vez la historia a los vecinos que se encuentran por la calle. Nada. Nadie conoce a ningún Antonio Márquez Gómez ni nadie vio la mañana del sábado a unos policías llevarse al sospechoso esposado. "Pregunte ahí en el bar, quizás ellos sí sepan algo".

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Lo que señala no es un bar sino la puerta de un centro comercial de cristal y hormigón. "Dentro, dentro". Efectivamente, en el interior del recinto comercial Los Molinos se encuentra el bar Bigote, único negocio abierto la mañana de un día laborable. En el bar tampoco hay suerte. "Una cosa así nos la habría comentado alguno de los que vienen a desayunar. De hecho, hemos oído la historia en las noticias, y que había sido en Utrera, pero no teníamos ni idea de que era aquí. Claro que si no salía de su casa para nada...". Además de la detención por el parricidio, a Márquez Gómez le constaba una reclamación judicial en vigor emitida por un juzgado de Almería, por su relación con el tráfico de drogas.

Los policías que vinieron a detenerle la mañana del sábado son de Madrid. Su caso -junto con el de la niña Olga Sangrador, asesinada en un pueblo de Valladolidad- ha inaugurado el trabajo de un nuevo grupo, la unidad de Policía Judicial adscrita a los juzgados de Madrid, un grupo que ha pasado de tener 20 a más de 40 policías. El máximo responsable operativo de la Policía Nacional, el comisario especial Florentino Villabona, recordó la importancia de estas investigaciones y su apuesta por reforzar las funciones de Policía Judicial. Su mensaje, aplaudido por los presentes, se dirigió a los 40 integrantes de la unidad: "Trabajen con lealtad, seriedad, rigor, profesionalidad y eviten por todos los medios las filtraciones". En este caso, desde luego, fueron tan discretos como el asesino.

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