Carmona: Siete razones para ser Patrimonio de la Humanidad

La defensa de 5.000 años de historia

La ciudad de los Alcores comienza de nuevo su carrera para obtener la distinción de la Unesco

Además de su legado arquitectónico, hará valer el paisaje en el que se asienta como bien cultural

El paisaje que se contempla desde la Ronda del Cenicero, en Carmona.
El paisaje que se contempla desde la Ronda del Cenicero, en Carmona. / Juan Carlos Muñoz

Son las diez de la mañana de un 22 de julio. Puntual a su cita, el conservador José María Cabeza Méndez (Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales) aparece en la Puerta de Sevilla, punto de partida de un recorrido por las entrañas del casco antiguo de Carmona, ciudad sevillana que aspira a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Los primeros pasos para lograr este objetivo se han dado ya, con el reciente respaldo del Pleno del consistorio de esta localidad de los Alcores. Un viejo anhelo que comenzó en 2003 y que, tras diversas dificultades, se retoma ahora con otra perspectiva y con el importantísimo apoyo de quien fuera director del Alcázar hispalense durante 18 años.

La elección de la Puerta de Sevilla para empezar la ruta no es baladí. Este punto resume como pocos la filosofía de la candidatura de Carmona, que aporta una novedad a los anteriores intentos que se han hecho por conseguir tal calificación. No se trata sólo del reconocimiento al incomensurable patrimonio arquitectónico y artístico de la ciudad, sino también de la relación con su paisaje, en concreto, del promontorio sobre el que se alza la antigua Carmo, un elevado montículo (con una cota de 235 metros sobre el nivel del mar) que, además de otorgarle al municipio una estratégica posición defensiva, posee un suelo con una peculiar estratigrafía: está hueco, lleno de agua por dentro, con galerías y minas subterráneas, lo que ha permitido que durante 5.000 años la localidad haya estado habitada por todas las civilizaciones asentadas en el valle del Guadalquivir.

1. Puerta de Sevilla

Cuando un visitante llega a la Puerta de Sevilla le impresiona el color ocre del conjunto, conformado con los restos del antiguo alcázar y la Torre del Homenaje. Una tonalidad amarillo albero que contrasta con la cal que impera en el caserío carmonense. El conservador José María Cabeza da la explicación a ello. Se trata de una piedra autóctona de la comarca: la alcoriza. Y es ahí donde el paisaje se justifica como sustento del patrimonio cultural. La propia Torre del Homenaje se asienta sobre el terreno rocoso, sin necesidad de cimientos artificiales. Un aprovechamiento natural que se repite en numerosos inmuebles.

Las investigaciones arqueológicas realizadas los últimos 30 años constatan que Carmona ha estado habitada, al menos, desde el Calcolítico. “En las galerías subterráneas hay refuerzos de ingeniería romana, lo que explica que ya habían sido usadas por civilizaciones anteriores, como los turdetanos”, señala Cabeza.

La Puerta de Sevilla siempre ha sido un punto defensivo de Carmona.
La Puerta de Sevilla siempre ha sido un punto defensivo de Carmona. / Juan Carlos Muñoz

Un ejemplo del aprovechamiento por distintas culturas también se observa en el acceso principal de la Puerta de Sevilla: El arco inferior es romano (Julio César dijo de Carmo que era la ciudad mejor fortificada), luego se superpone otro de herradura de época musulmana y, encima de ambos, aparece un matacán, el voladizo defensivo de los castellanos. Cabeza añade otro dato: “Por aquí pasan todas las cofradías de la ciudad, por lo que las representaciones religiosas transitan por un lugar que es coetáneo de Cristo. Esta coincidencia es poco común en Andalucía”.

2. El Foro

Carmona mantiene los ejes principales de la época romana. El cardo (que une la Puerta de Sevilla con la de Córdoba) y el decumano. Ambos se cruzan en el foro, actual Plaza de San Fernando, remodelada por el abuelo de José María Cabeza en 1924 y conformada por casas del siglo XVI, XVII y XVIII, cuyas numerosas ventanas se alquilaban para presenciar los espectáculos que en este importante enclave se celebraban: autos sacramentales, autos de fe y corridas de toros.

La Plaza de San Fernando se encuentra en el antiguo foro romano de Carmona.
La Plaza de San Fernando se encuentra en el antiguo foro romano de Carmona. / Juan Carlos Muñoz

En su centro destaca una farola diseñada por Aníbal González, idéntica a las usadas en la sevillana Plaza de América.

3. El Cardo romano

El Cardo romano –calle Prim– sigue ostentando la importancia de aquella época. Aglutina los edificios de mayor valía arquitectónica del casco antiguo. Comprende desde la Puerta de Sevilla a la Córdoba. Y es la vía central de esta ciudad de los Alcores.

La calle Prim, con sus velas y fachadas encaladas, discurre por el antiguo Cardo romano.
La calle Prim, con sus velas y fachadas encaladas, discurre por el antiguo Cardo romano. / Juan Carlos Muñoz

4. La Prioral

Entre los edificios más importantes ubicados en el antiguo cardo romano de Carmona se encuentra la Iglesia Prioral de Santa María, levantada sobre una antigua mezquita de la que sobrevive el patio de las abluciones (cuyos naranjos ofrecen una plácida sombra en verano). Está formado por columnas de acarreo de distintas facturas, entre las que destaca una que conserva un calendario visigodo.

El interior de la iglesia prioral de Carmona, la catedral de los Alcores.
El interior de la iglesia prioral de Carmona, la catedral de los Alcores. / Juan Carlos Muñoz

El templo comenzó a construirse en 1424 desde el trascoro, donde se emplearon materiales más pobres, y se continuó hacia la cabecera, donde su arquitectura, elevación y ornamentación adquieren aires catedralicios. En la prioral se rinde culto a la veneradísima Virgen de Gracia, patrona de Carmona y uno de los iconos marianos más importantes de España.

5. La conservación de un urbanismo propio

No muy lejos de allí se encuentra la plaza de abastos, a la que José María Cabeza denomina “la sala de estar urbana”. Se asienta sobre el solar que ocupó el Convento de Santa Catalina, desaparecido con la Desamortización de Mendizábal. Su diseño recuerda a las plazas porticadas castellanas, aunque con elementos decorativos en línea con el urbanismo carmonense, donde impera la cal y la claridad en los muros.

La plaza de abastos de Carmona recuerda en su configuración a las plazas porticadas castellanas.
La plaza de abastos de Carmona recuerda en su configuración a las plazas porticadas castellanas. / Juan Carlos Muñoz

Ésta es otra de las realidades que se incluyen en el expediente de la candidatura: los mecanismos de gestión urbanística para conservar el patrimonio.

6. El Museo de la Ciudad

Uno de los símbolos de Carmona es el Grifo, una figura mitológica (mitad pájaro, mitad ciervo) pintada en un ánfora del siglo IV antes de Cristo que se exhibe en el Museo de la Ciudad, antiguo palacio de los marqueses de las Torres.

La figura mitológica del Grifo, un símbolo de Carmona.
La figura mitológica del Grifo, un símbolo de Carmona. / Juan Carlos Muñoz

En este recinto también se contemplan impresionantes mosaicos romanos hallados en el casco urbano, del que es el mejor referente el que se muestra en el patio principal del Ayuntamiento, levantado sobre la antigua casa que los jesuitas tuvieron en la ciudad durante el siglo XVIII y de la que sobrevive la Iglesia del Salvador, con su torre inconclusa.

El Ayuntamiento carmonense ocupa el edificio que en su día albergó a los jesuitas.
El Ayuntamiento carmonense ocupa el edificio que en su día albergó a los jesuitas. / Juan Carlos Muñoz

Otro enclave que es vestigio y claro ejemplo de la huella que dejaron los romanos en Carmona es la necrópolis que se sitúa a las afueras de la ciudad y en la que el visitante puede hacerse una idea de la importancia que tuvo dicha civilización en este promontorio.

7. Un lugar privilegiado

El recorrido por las entrañas carmonenses concluye en la conocida como Ronda del Cenicero, a escasos metros del Alcázar de Rey don Pedro (Carmona llegó a tener tres), convertido en parador. Desde aquí se contempla media provincia de Sevilla.

Desde Carmona se contempla toda la Vega, la Campiña y hasta la Sierra Sur.
Desde Carmona se contempla toda la Vega, la Campiña y hasta la Sierra Sur. / Juan Carlos Muñoz

Un balcón natural que explica la importancia que ha tenido el paisaje en los 5.000 años de historia de la ciudad, pues su posición privilegiada dificultaba que fuera invadida, de ahí que Fernando III considerase estratégica su conquista para lograr la de Sevilla, por lo que entró en esta ciudad un año antes.

Su amplio término municipal (el quinto más grande de Andalucía) también le ha permitido vivir de todos los frutos de la extensa llanura que la rodea. Paisaje y patrimonio entrelazados que validan a Carmona como Patrimonio de la Humanidad.

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