Tras seis meses de intenso trabajo y varios años de clamor popular, la pedanía guillenera de Las Pajanosas ya puede presumir de monumento en honor a la figura del arriero. El alcalde de Guillena, el socialista Lorenzo J. Medina Moya, ha presidido este lunes la inauguración de las obras de reurbanización de la glorieta de acceso a Las Pajanosas desde la Autovía de La Plata donde se incluye el conjunto escultórico titulado Las huellas de nuestra historia. Una obra que ha sido ejecutada por los escultores Ricardo Hernández y Manuel Mazuecos y con la que se rinde homenaje al oficio de los arrieros, muy vinculado al entorno de la Ruta de la Plata y con ello a este municipio.

Los arrieros, también llamados muleros, trajineros o acemileros, eran los encargados del transporte de mercancías al estilo de los actuales camioneros o repartidores. Hacían su viaje a pie acompañados de una mula o por burros, que cargaba la mercancía, que luego se encargaban de repartir o vender entre sus vecinos. La vinculación de este oficio de principios del siglo XX con este municipio situado a las puertas de la Sierra Norte y en una zona de paso frecuente de viajeros convirtió en un clamor popular el poder rendir tributo a su figura. Una petición histórica que desde ayer puede verse saciada a través de un majestuoso monumento compuesto por dos piezas de gran tamaño que representan a un arriero cualquiera y a su mula.

Momento en el que se ha descubierto la placa que da nombre al conjunto escultórico que embellece la rotonda.

Detalle del trabajo sobre las esculturas en la caseta municipal.

Los autores de la obra son el escultor Ricardo Hernández, vecino del municipio, y el también imaginero, Manuel Mazuecos, que durante meses han trabajado esculpiendo las dos figuras que componen la obra y, además, documentándose sobre la época en la que se dio vida a esta antigua profesión ahora homenajeada. "El resultado tiene detrás aproximadamente seis meses de ejecución, pero también un vasto trabajo de documentación, sobre todo, oral con los vecinos y muchas conversaciones entre nosotros para acercar a la realidad aspectos como la indumentaria o los rasgos típicos de la gente de la época", ha manifestado a este periódico Ricardo Hernández.

La escultura del arriero ante sus autores, Ricardo Hernández y Manuel Mazuecos.

El escultor ha explicado que, a fin de acercar su trabajo a los vecinos y hacerlos partícipes, el tramo final de la modelación se han realizado en la caseta municipal de Guillena, donde todos los interesados han podido conocer de primera mano la evolución de la obra.

Técnicamente, las figuras están esculpidas en un cemento moldeable sobre una estructura metálica que es la que da la forma a las esculturas y que se utiliza "para abaratar costes", afirma Hernández. Tanto el arriero como la mula están representados al doble del que sería su tamaño real. En concreto, el primero alcanzaría los 3,2 metros de altura mientras que el animal, con la carga incluida, rondaría los 2,6 metros en cruz. En cuanto a su posición en la rotonda, que tiene 30 metros de diámetro, el conjunto escultórico se ha colocado mirando hacia el pueblo dentro de una estrategia de escultores y gobierno municipal para "invitar a todo el pasa por la carretera a que visite el pueblo", afirma.

"Hemos realizado un esfuerzo muy potente, pero a grandes rasgos estamos muy satisfechos y sabemos que por lo general en el pueblo ha gustado mucho", dice el escultor que, junto a Manuel Mazuecos, es autor también del monumento de la rotonda del pescador en Alcalá del Río que desde 2006 adorna una de las entradas al municipio y que, al igual que el arriero, es un homenaje a una figura de gran vinculación con la localidad y que representa a un pescador sacando un gran esturión del agua desde su barca, presa típica en este tramo del Guadalquivir.

La colocación del conjunto escultórico en la rotonda de Las Pajanosas.