Andrés Joaquín Egea Romero | Coordinador de la Plataforma en Defensa del Mundo Hispánico

“Las élites españolas han llegado a creerse la Leyenda Negra”

  • El también director (junto a sus hermanos) del colegio Buen Pastor intenta impulsar desde Sevilla la unidad entre los pueblos hispanoamericanos y la defensa de su historia y cultura en común

Andrés Joaquín Egea, durante la entrevista.

Andrés Joaquín Egea, durante la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

Andrés Joaquín Egea Romero (Sevilla, 1977) es un hombre grande y rubicundo, apasionado en sus causas y acostumbrado a ir a contracorriente. Es sorprendente el parecido físico y espiritual con su padre, el conocido defensor del patrimonio histórico y pedagogo Joaquín Egea, martillo de ‘arquitectos modernos’. Al igual que su padre, Egea Jr. es en la actualidad el director general del Colegio Buen Pastor, centro que gestiona junto a sus hermanos. Graduado en Educación Primaria y máster en Cooperación Internacional, fue fundador en 2022 de la Plataforma en Defensa del Mundo Hispánico, que aglutina a intelectuales sevillanos que, además de combatir la Leyenda Negra, creen en la necesidad de una mayor unión entre los diferentes países hispanoamericanos. Su conocimiento sobre el mundo americano no es solo teórico. Después de trabajar como cooperante en Ecuador, en la actualidad se encarga de la gestión de la Fundación Padre Lobito y viaja cada dos años a Ecuador para evaluar el estado del colegio homónimo. En estos momentos, la Plataforma en defensa del Mundo Hispánico centra sus esfuerzos en la necesidad de celebrar el I Centenario de la Exposición Iberoamericana del 29, pero no como un mero evento lúdico, sino para avanzar en la unión de las naciones hispanoamericanas.

–Desde Sevilla se ha formado la Plataforma en Defensa del Mundo Hispánico. ¿Por qué? ¿Lo considera amenazado?

–Sí, la corriente indigenista dominante, que ha sido alentada desde las universidades norteamericanas, está intentando atomizar el mundo hispanoamericano para que se renuncie al pasado común y lo que eso podría suponer en un futuro. Fíjese la fortaleza que tendría una unión Iberoamericana a nivel comercial, institucional... Hay gente que actualmente está apostando por un parlamento global hispano, que dicen que es posible un resurgimiento. Hay que nombrar la palabra España en América.

–¿También buscan una unidad política?

–Ese sería el sueño. El problema de intentar dar a esta idea un carácter institucional es que tienes que apoyarte en las élites americanas y españoles. Esto fue posible en las primeras décadas del siglo XX. El presidente del Gobierno español entre 1910 y 1912, José Canalejas, asumió el movimiento hispanoamericanista. Alfonso XIII también apoyó la idea. Fruto de todo aquello fue la Exposición de 1929. Fue un momento muy especial en el que los países americanos se dieron cuenta de que la solución no estaba en EEUU, sino en España. Ahora mismo es igual: la solución de estas naciones está en Europa y España, que debe ser el gran intermediario entre ambos mundos. No es una quimera, se puede hacer.

–Pero parece que en ninguno de los dos sitios nos han querido especialmente. La leyenda negra es una prueba.

–Es un sentimiento cambiante. En los años 20 del pasado siglo, el presidente de la República Argentina Hipólito Yrigoyen o el intelectual mexicano José Vasconcelos hablaban de España como la “Madre Patria”. Hoy, sin embargo, hay que oír a López Obrador hablar de “la invasión”. Hay que recuperar el legado de los años 20. Si personas tan eminentes pensaron que España había dejado un legado positivo, por qué no se puede pensar ahora. El hispanoamericanismo lo ha apoyado gente muy importante intelectualmente, como Julián Marías, Rafael de Altamira, el poeta Rubén Darío...

El movimiento hispanoamericanista es trasversal, lo pueden asumir las derechas y las izquierdas

–¿Quién fue Rafael de Altamira?

–Un historiador y americanista muy vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. Lo podríamos definir como el ideólogo del Hispanoamericanismo y paladín de la internacionalización del mismo con su participación en diversos congresos americanistas, uno de los más importantes el celebrado en Sevilla en el año 1935, organizado por su discípulo José María Ots.

–Más tardíamente, un gran y vehemente defensor de la Hispanidad fue el filósofo Gustavo Bueno.

–Sí, lo bueno del movimiento hispanoamericanista es que es trasversal. Lo puede asumir Canalejas o Gustavo Bueno, las derechas y las izquierdas.

–Usted viaja mucho a Ecuador con la Fundación Padre Lobito, que mantiene el colegio indígena homónimo. ¿Cómo ven allí las cosas?

–Hace poco estuve buscando un libro de texto que hablase bien del legado de los españoles. Fue imposible. Lo primero que hice fue rastrear las editoriales españolas que trabajan allí (SM, Santillana, Anaya... ), pero ni una lo hacía. Todos los argumentos eran sacados de la leyenda negra. En la biblioteca pública tuve que irme al año 1929 para encontrar un texto que hablase bien del legado español. Desde ese año, todo lo que se enseña es negativo.

–Y la cosa va a peor. Últimamente vemos como el presidente de México se permite continuamente insultar a España, como se derriban estatuas de colonizadores y evangelizadores... ¿Qué opina de esto la Plataforma?

–Yo lo veo como una cortina de humo. Pero hay que ver también los indicios positivos. Tenemos intelectuales hispanoamericanos como Marcelo Gullo, autor del libro Nada por lo que pedir perdón. La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España (prólogo de Carmen Iglesias), o Augusto Zamora, que escribió Malditos libertadores. En esta última obra se habla de cómo el problema histórico de los países americanos no fue España, sino Inglaterra. Fueron las élites criollas, a las que pertenecían los libertadores, las que se pusieron en manos de los británicos. Inglaterra convirtió un modelo que funcionaba, como el de la monarquía hispánica, en otro meramente exportador de materias primas, que ha sido uno de los males económicos históricos de este continente. Eso provocó el fracaso de los estados-nación americanos del que todavía no se han recuperado.

En los años 20, los hispanoamericanos se dieron cuenta de que la solución no estaba en EEUU, sino en España

–A Zamora le leí una entrevista en la que decía: “Latinoamérica es una mierda porque los libertadores nos vendieron”.

–Es la teoría de siempre: divide y vencerás. Cuando yo vivía en Ecuador, Guayaquil, su principal puerto en el Pacífico, se quería hacer independiente (una especie de Cataluña). Los anglosajones saben que es mucho más fácil negociar solo con Guayaquil que con todo un país. Pues imagínese si es con toda Hispanoamérica unida.

–Quizás la última apuesta por que España tuviese una política hispanoamericana se la debemos a Felipe González y a sus exitosas (pese a todo) cumbres iberoamericanas. Aznar siguió también esta línea, pero a partir de ahí... Actualmente España no tiene una política clara para América.

–Nada, ni el PP ni el PSOE. En gran parte se debe al desinterés y a la ignorancia. Los políticos de hoy tienen un pobre nivel intelectual y eso provoca que haya un desinterés por el pasado español. Las élites de España han llegado a creerse las mentiras de la Leyenda Negra.

–¿Quiénes conforman la Plataforma?

–Gente de la cultura sevillana, de las universidades y las reales academias. Aunque nuestra idea es extendernos por otras provincias andaluzas, incluso a Madrid. En general, ciudades que hayan tenido que ver con el movimiento hispanoamericanista.

–¿Y la Escuela de Estudios Hispanoamericanos?

–Nuestra primera conferencia fue con el doctor Esteban Mira Caballos y nos fue cedido uno de los salones de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Esa misma tarde, antes de la conferencia, se nos comunicó que la escuela no puede patrocinar nuestras futuras conferencias al no tener el beneplácito de los investigadores de la escuela, con quiénes nos habíamos reunido con anterioridad. He escrito a la directora de Madrid (porque la Escuela ha perdido su autonomía) y aún estoy esperando la respuesta.

–¿No temen que le llamen neoimperalista?

–Como si me quieren llamar fascista, me da igual, no voy a caer en la tentación de la autocensura. No tenemos ideología política. Lo mismo traemos a la ciudad a Marcelo Gullo, que es peronista, que a Iván Victoria, que se va a presentar a presidente de Colombia por el partido conservador. Somos un movimiento totalmente trasversal. El propio Che, cuando iba a Bolivia, hablaba de Rocinante, de El Quijote, de su cultura... No sé por qué la izquierda ha renegado de todo este patrimonio.

–En las redes sigo a los reunificacionistas portorriqueños, que defienden volver a integrarse en España. ¿Estamos ante una simple anécdota o hay algo más?

–Lo cierto es que hay todo un sentir de hermanamiento entre los hispanoamericanos. Al igual que en los años 1920 volvemos a vivir un momento dulce. Están surgiendo nuevas voces, como Francisco Núñez del Arco, que ha escrito Quito fue España, o el autor de Los incas hispanos, Rafael Aíta, que defiende que hubo un acuerdo tácito entre los incas y los españoles para dar continuidad del Tahuantinsuyo. Ambos defienden el gran papel que hizo España en América, pero su gran problema es la muerte civil a la que están siendo sometidos en sus respectivos países. A Marcelo Gullo le han reducido el 75% de sus horas lectivas como catedrático en la Universidad de Rosario (Argentina). Hacen como en el País Vasco y Cataluña, silencian a los que cuentan otra versión.

El fracaso de la celebración de la primera vuelta al mundo ha sido estrepitoso. Apenas un espectáculo de drones

–Ahora tienen en proyecto celebrar el centenario de la Exposición Iberoamericana del 29.

–Es claro que Sevilla ha crecido siempre gracias a sus exposiciones. Tanto el 29 como el 92 son elementos de suficiente envergadura como para celebrarlos. Lo que no se puede repetir otra vez es lo del V centenario de la primera vuelta al mundo, la de Magallanes y Elcano que ha estado muy por debajo de las expectativas. Una de las mayores gestas de la humanidad se ha celebrado con una chapuza de espectáculo de drones en la Plaza de España. El fracaso de la celebración ha sido estrepitoso. Este tipo de eventos es importante para que España recupere su autoestima. Una ciudad no puede dejar pasar oportunidades así. La celebración del 29 no puede ser una celebración local del regionalismo arquitectónico, que es un poco lo que se está planteando. Lo que querían los que pensaron la Exposición Iberoamericana, tanto Rodríguez-Casso como Altamira, era que Sevilla fuera en ese momento la capital de América. El evento era un pretexto para unir aquí a todos los países y construir un nuevo modelo de iberoamericanismo. Se trata de volver a intentar repetir la operación, hacer actos que permitan avanzar en la unión Iberoamericana. Entre otras instituciones nos apoyan la Cámara de Comercio, que tuvo un papel destacadísimo en el 29. Como paso previo proponemos celebrar, en 2026, el centenario de la boda de Carlos V e Isabel de Portugal en Sevilla, un acontecimiento de repercusión mundial en aquellas fechas y que supondría la primera semilla de la unión iberoamericana. Una de las cosas que nos gustaría hacer es traer a Sevilla el Congreso de la Lengua, el mismo que se ha celebrado en Cádiz.

–Una de sus iniciativas fue la repatriación de los restos de Hernán Cortés.

–De hecho fue el origen de la plataforma. Es cierto que Cortés expresó su deseo de descansar en México, pero hace un par de años un político de allí llegó a decir que sus restos “apestaban” y entonces empezamos a temer una posible profanación. Llegamos a hablar con el ayuntamiento de Tlaxcala para estudiar la posibilidad de trasladar allí los restos desde Ciudad de México. En principio dijeron que sí, pero después se negaron...

–¿Por qué Tlaxcala?

–Porque en esta ciudad se celebró, con motivo de los 500 años de la conquista de México, la llegada de Hernán Cortés y la liberación del yugo azteca.

–No me extraña nada de esto, en la misma España ocultamos la figura de Cortés, una de las más fascinantes de nuestra historia.

–Teresa Jiménez Becerril nos ayudó a llevar al Congreso de los Diputados una pregunta parlamentaria sobre cómo se iba a celebrar el 500 aniversario de la conquista de México. La respuesta fue que ya se había celebrado todo lo que se tenía que celebrar sobre Hernán Cortés. Es decir, nada. Nuestra idea era traer los restos al Convento Madre de Dios, donde están la mujer y la hija.

–¿Cuál es el principal obstáculo para avanzar en la unidad hispanoramericana?

–Hay muchos. El problema, como decíamos antes, está en los libros de texto y la educación en general. En Ecuador, los lunes escuchan el himno nacional donde se tilda de holocausto la llegada de los españoles. Su construcción nacional se ha hecho fomentando el odio a España. Por otro lado están las élites, sobre todo las de izquierda, que no quieren ni oír hablar de España, aunque también hay un sector que le tiene una gran estima, porque saben que es imposible que los países americanos tengan futuro si no creen en su pasado. Si uno cree que sus orígenes están manchados es muy difícil tener autoestima.

La celebración del centenario de la Exposición del 29 debe servir para avanzar en la unión iberoamericana

–Últimamente se observa en el continente un avance importante del protestantismo. Eso, supongo, supone un desgaste para el idea de Hispanoamérica.

–Si Hispanoamérica deja de ser católica perdería gran parte de su identidad. Por eso no entendemos que el Papa se haya abonado a la leyenda negra en declaraciones recientes.

–Difícil de comprender. Su Santidad desconoce la historia.

–Debería leerse el testamento de Isabel la Católica. Siempre hay que tener en cuenta que estamos mirando con ojos del presente acciones del pasado. Se suele decir que las leyes de Indias eran muy buenas, aunque no se cumplían. Pero esto no es cierto. Muchas sí se cumplían. Una prueba son los juicios de residencia a los que la corona sometía a los gobernadores después de su estancia en América. Muchos de ellos acabaron en condena. En las películas se saca mucho a Pedro Arias Dávila, un hombre sangriento y avaro, pero se olvidan de Pedro de Valdivia, Cabeza de Vaca o el propio Núñez de Balboa, gente de una humanidad enorme. Valdivia era llamado “el amante de los indios”. Pese a eso terminó desollado y devorado vivo.

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