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Miguel Cortés | Catedrático de Prehistoria y Arqueología

“La mayor parte de los europeos portamos genes de los neandertales”

  • Especialista en el Paleolítico Medio y Superior, este profesor de la Hispalense dedica gran parte de sus investigaciones al tránsito de los neandertales al hombre moderno en el sur de la Península

Miguel Cortés.

Miguel Cortés. / Juan Carlos Muñoz

Miguel Cortés (Málaga, 1963) es especialista en el Paleolítico Medio y Superior, es decir, las épocas en las que las cuevas y terrazas fluviales del sur de la Península Ibérica estuvieron pobladas por los neandertales, primero, y los hombres modernos que llegaron de África, después. Precisamente, uno de sus principales temas de investigación es el tránsito entre estas dos especies humanas. ¿Por qué desaparecieron los neandertales? ¿Produjeron arte? ¿Qué conservamos los europeos de hoy de aquellos hombres toscos que habitaron el viejo continente durante miles de años? ¿Cuáles son las diferencias entre los neandertales y los hombres modernos? ¿Cuál fue la ruta que siguieron los segundos para llegar a lo que hoy es Andalucía? Estas son algunas de las preguntas que este catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla intenta responder en la entrevista, siempre con la cautela y el rigor que esta materia exige. Responsable de numerosos artículos y ponencias, es también autor del libro ‘El Paleolítico Medio y Superior en el Sector Central de Andalucía (Córdoba y Málaga)’, entre otros.

–¿Llegaron a convivir los neandertales con los hombres modernos?

–Es más que probable que llegasen a convivir durante un tiempo. ¿Cuánto? No lo sabemos. Lo que sí parece cierto es que hace 40.000 o 42.000 años desaparecen todos los indicios vinculados a los neandertales.

–Dicen que en Andalucía duraron más que en ninguna otra parte.

–Es cierto que Andalucía fue uno de los últimos reductos del neandertal en Europa. De hecho, en la zona de Algeciras y la bahía de Málaga se encuentran algunos yacimientos de las últimas poblaciones de neandertales conocidas.

–¿El último neandertal fue andaluz?

–Hay varios territorios que compiten por este título: en Italia, en Francia y Bélgica… Pero lo cierto es que Andalucía es una de las zonas principales para estudiar el tránsito entre el neandertal y el hombre moderno.

–¿Cuándo llegó el hombre moderno al sur de la Península Ibérica?

–Hace dos años publicamos un trabajo sobre este asunto. Las fechas son las mismas que en el resto de Europa. Estamos hablando de un movimiento de seres humanos muy rápido que se produjo hace 42.000 años y que atravesó Europa aprovechando los corredores de los ríos y la costa hasta llegar al sur, que tenía un clima muy propicio para unas poblaciones que procedían de África.

En Algeciras y la bahía de Málaga se encuentran algunos de los últimos restos de los neandertales en Europa

–¿No llegaron cruzando el Estrecho?

–Ese es otro de los grandes retos que hay que abordar. ¿Qué papel jugó el Estrecho en el poblamiento de Europa? Tradicionalmente se ha pensado que el hombre moderno entró por el próximo oriente y, como decíamos, enfiló el Danubio y la costa mediterránea. Pero recientemente se está viendo que el norte de África pudo jugar un papel decisivo en este poblamiento. Nosotros lo estamos intentando evaluar, pero de momento no hay datos.

–Sería lógico que hubiesen atravesado el Estrecho. Las dos costas están muy cerca.

–Es posible, más si tenemos en cuenta que mucho antes, hace 65.000 años, el hombre moderno llegó a Australia, para lo que tuvo que atravesar el mar. Pero por ahora es sólo una hipótesis y lo cierto es que los datos avalan más la teoría de que llegaron por la parte oriental de Europa.

–Parece que hay evidencias científicas de que neandertales y humanos modernos llegaron a aparearse y tuvieron híbridos fértiles (hijos que pudieron reproducirse).

–Es cierto. Las pruebas de hibridación son sobre todo genéticas. Hubo sexo y descendencia fértil. La mayor parte de los europeos portamos genes de los neandertales. Pero en general hubo poca hibridación. Fundamentalmente, los humanos modernos procrearon entre ellos.

–Tradicionalmente se ha pensado en el hombre de Neandertal casi como en un ogro. Pero hoy en día se intenta dar una visión más comprensiva de aquella especie ya desaparecida.

–Realmente se parecía mucho a nosotros. Se han hecho experimentos muy interesantes en este sentido, como aquel en el que se recreó la cara y el cuerpo de un neandertal en un actor al que se introdujo en el metro vestido con ropas modernas. Evidentemente tenía un aspecto tosco y rudo, pero nadie se extrañó. Entraba dentro de la variabilidad humana, que es enorme. Fíjese si no en las diferencias entre un pigmeo y un caucasiano. A lo mejor nos extrañaría más un aborigen australiano que un neandertal. Cada vez nos damos más cuenta que comportamientos que creíamos exclusivos de los humanos modernos ya existían en los neandertales. Cosas como el aprovechamiento de recursos marinos, la necesidad de expresar el simbolismo a través de los colores …

–Una de las grandes incógnitas que persisten es por qué se extinguieron los neandertales. Incluso se apunta a que fue el hombre moderno el que lo terminó masacrando. Quizás el primer genocidio de la historia.

–Es otro tema estrella. Lo cierto es que se produjo un descenso demográfico muy grande que llevó a que las poblaciones no se pudiesen regenerar. Al neandertal le pasó lo que estuvo a punto de ocurrirle al lince. Es decir, las poblaciones fueron menguando hasta que no hubo una tasa de reposición de los individuos. ¿Cuál fue la causa? Se han elaborado muchas hipótesis. Una de ellas es que los humanos modernos, a medida que avanzan por Europa, van masacrando a la población neandertal. Particularmente apuesto más por una variedad de motivos. Por lo pronto, el comportamiento demográfico de los neandertales no es expansivo como el de los humanos modernos. Tenían pocas crías. Además se dieron cambios climáticos que afectaron a los recursos. Al final las poblaciones quedaron atomizadas y sin contacto. Por supuesto, tuvo que afectar la llegada del humano moderno a competir por los mismos recursos, y no hay que descartar las enfermedades.

A lo mejor nos extrañaría más un aborigen australiano que un neandertal

–Centrémonos en el humano moderno. Hay una teoría que dice que la guerra llegó con la agricultura, que es un producto del Neolítico. ¿En el Paleolítico el hombre vivía en paz? ¿No hubo guerras paleolíticas?

–En los cazadores-recolectores se suele hablar de competencia por recursos, por territorios. Hay algún yacimiento en África donde se documenta una masacre de un grupo amplio y con distintas edades, pero eso es algo absolutamente excepcional. El problema del Neolítico fue cuando se empezó a acumular excedentes para cultivar, algo que solo se puede lograr por el trabajo o por el expolio. Eso genera conflictos muy diferentes a los de los cazadores-recolectores.

–Está muy de moda la llamada dieta paleolítica. Dicen que en esta época no existían los gordos. ¿Qué comían los paleolíticos?

–Fundamentalmente frutos y verduras. La carne, en cualquier cazador-recolector, siempre es complementaria. Otra cosa es el reconocimiento extra que tiene la caza, por el riesgo que conlleva y el excedente que genera. Como decíamos, sobre todo comían frutas, verduras, tubérculos, raíces, insectos...

–Nada de chuletones de carne roja.

–Alguno comían, pero no era el alimento principal.

–¿Y cocinaban?

–Los neandertales ya cocían sistemáticamente los alimentos. También usaban ya el fuego para calentarse. En una cueva de Tarragona se han documentado hogares que son como estufas para pasar la noche, asociados a una zona para dormir.

–¿Y los humanos modernos?

–En el control del fuego lo único que incorporaron fue la optimización del calor, gracias a ese círculo de piedras que se hace en torno a una fogata para concentrar el calor en una determinada zona.

–¿Cómo cocían los alimentos?

–Cocinaban mucho a la brasa y, más recientemente, en el Paleolítico superior, se usaba el procedimiento de calentar una piedra que introducían en un recipiente con agua para que esta hirviese.

Al neandertal le pasó lo mismo que lo que estuvo a punto de ocurrirle al lince

–¿Y aquí en Andalucía qué verduras comían?

–Es complicado de saber, porque dejan muy poco rastro. Más fácil son los frutos. Comían nueces, castañas, madroños, setas… alimentos estacionales que aún se consumen.

–Lo que sí eran, tanto el neandertal como el hombre moderno paleolítico, buenos mariscadores.

–Durante mucho tiempo se pensó que el humano moderno fue el primero que empezó a explotar los recursos marinos, fundamentalmente el marisco: mejillones, lapas... Pero en una cueva de Málaga, Bajondillo, hemos localizado un consumo similar en los neandertales. Lo que diferencia a ambas especies es que, al final del Paleolítico superior, los humanos modernos ya pescan sistemáticamente con anzuelos e incluso algún tipo de arte. En una cueva de Nerja se observa un consumo continuado de peces y mariscos, mucho más que lo que se había visto en los neandertales. En cualquier caso estamos hablando de una diferencia cuantitativa, no cualitativa.

–¿Era el neandertal un hombre especialmente sano?

–Era un hombre con poca esperanza de vida. Un individuo que llegase a los cuarenta años ya se podía considerar un anciano, como ha ocurrido hasta muy recientemente, antes de la generalización de la medicina. Pero la mayor tasa de mortalidad se producía en los niños. Como todos los mamíferos, eran muy pocas las crías de entre cero y tres años que sobrevivían. A partir de ahí crecía la esperanza de vida, pero hasta los 30 o 40 años. Era muy raro superarlos.

–¿Había mucha mortalidad violenta?

–Los restos que nos han llegado no indican muchas muertes por asesinato o un percance de caza. Pero en el caso de los neandertales sí se observan muchas lesiones. Probablemente por su sistema de caza.

–¿Cómo era ese sistema?

–Cuerpo a cuerpo. Tenían que acercarse a la presa en grupo y matarla con unas picas. Imagínese cómo era cazar un toro que pesaba una tonelada o un ciervo o un elefante… El humano moderno inventó una manera menos honrosa de caza. Gracias a un dispositivo que se llama azagaya podía lanzar un proyectil a 20 metros de distancia, con lo que el animal no sabía ni lo que le estaba pasando.

–¿Y preparaban celadas?

–En el caso de los neandertales los datos apuntan a que realizaban emboscadas a los animales en las zonas de los bordes de los bosques, pero igualmente se tenían que acercar. Respecto a los humanos modernos, por algunos yacimientos que conocemos en Francia, es muy posible que ya hiciesen batidas para llevar a los animales a un determinado lugar donde eran cazados o se despeñaban.

No hay grandes yacimientos paleolíticos en Sevilla, pero lo cierto es que tampoco se ha buscado mucho

–Hablemos de la industria lítica. Debían ser muy habilidosos para hacer esas herramientas de piedra tan bien talladas.

–En comparación con todo lo anterior, el neandertal consiguió una tecnología muy sofisticada. La gran novedad que aportó el hombre moderno es la versatilidad de esa tecnología. Es decir, con la misma materia prima los hombres modernos extraían muchas más cosas que los neandertales, porque eran más flexibles a la hora de aplicar la tecnología. Con la cantidad de piedra con la que el primero sacaba un metro de filo, el segundo era capaz de obtener diez, porque sabía optimizar y miniaturizar. Es como si comparamos los ordenadores de hace treinta años con los actuales.

–¿Y el arte, lo cultivaron los neandertales?

–En cuevas de Málaga, Cantabria y Extremadura se han identificado unas manchas de colores, sin iconografía, de unos 60.000 años, cuando en la Península Ibérica sólo había neandertales. Un grupo muy nutrido de investigadores pensamos que es un dato preliminar, pero es muy pronto para concluir que se puede hablar de un arte neandertal. Hay que esperar al hombre moderno para ver expresiones que son claramente artísticas, con iconografías que son universalmente reconocibles, como el dibujo de un caballo.

–En Sevilla no hay arte rupestre. ¿A qué se debe?

–El medio no es el más apropiado. El arte rupestre suele estar vinculado a cuevas, que no abundan en la provincia. También es verdad que no se ha buscado demasiado. Por ejemplo, en el Campo de Gibraltar empezó a aparecer arte paleolítico en el momento que un grupo de investigadores se dedicaron a buscar.

–Y aunque escasos y sin arte, ¿cuáles son los principales yacimientos paleolíticos de Sevilla?

–Ahí están las terrazas fluviales de Tarazona (La Rinconada) o Las Jarillas. Ahora hay un proyecto de investigación en la sima de Constantina y recientemente se buscan ocupaciones paleolíticas en la zona de Cazalla. Pero todavía no hay ningún gran yacimiento. Los más cercanos están en la zona de Cádiz y ahora, en Matalascañas, se han descubierto unas pisadas de neandertales.

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