Rocío Román, catedrática de Economía: “Comprar ropa buena es ecológico”

Rocío Román Collado | Catedrática de Economía Aplicada de la US

Investigadora fundadora de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente, ha recibido varios premios por su calidad docente e investigadora Pepe Pérez-Muelas: “Seguimos siendo romanos, no hemos cambiado tanto” Luis Alberto de Cuenca: “La mala literatura puede ser fascinante”

Rocío Román Collado.
Rocío Román Collado. / José Ángel García

La sevillana y catedrática de Economía Aplicada en la Hispalense, Rocío Román Collado, es una de esas universitarias de trayectoria internacional cuyo currículum es incontestable. Tanto en su faceta docente como en la investigadora ha sido merecedora de diversos galardones. Recientemente, ha sido distinguida con el Premio Universidad de Sevilla a Trabajos de Investigación de Especial Relevancia. Su labor investigadora se centra en dos líneas: la economía relacionada con la energía y el medio ambiente y el pensamiento económico liberal en España en el siglo XIX. Su último trabajo de relevancia ha sido un artículo dedicado a la huella de emisiones del productor textil europeo, publicado en la prestigiosa revista ‘Ecological Economics’ y en el que también han participado Luis Yamuza, Fabio Monsalve y Teresa Sanz. Es autora de más de 50 artículos y más de una decena de libros. Respecto a su línea de trabajo sobre el XIX español destacamos el volumen ‘La Escuela Economista Española’ y su colaboración en ‘Ilustres Economistas (siglos XIX y XX)’, obra editada por la Fundación Ramón Areces que dirige el dr. Perdices de Blas y a la que ella aporta un capítulo dedicado a Manuel Colmeiro y Penido.

Pregunta.–La revista de gran prestigio Ecological Economics ha publicado un artículo sobre el impacto de la industria textil en la contaminación. Siempre se habla de los muchos litros de agua que se usan para fabricar una camiseta.

Respuesta.–Más para unos vaqueros. Desde luego hay un gran impacto en emisiones. Europa ha mejorado mucho y han bajado las emisiones, pero porque hemos trasladado parte del proceso de producción a los países asiáticos, donde la normativa no es tan estricta como en nuestro continente. Con esta deslocalización, las empresas europeas han encontrado una vía de escape.

P.–Y de paso los europeos nos lavamos la conciencia y decimos y posamos de ecológicos.

R.–Exacto. El problema es tal que hasta yo he cambiado mi forma de adquirir ropa. Es un abuso. Estamos abocados a comprar mucha más ropa de la que necesitamos.

P.–Las grandes cadenas de ropa renuevan continuamente sus colecciones. La oferta no cesa.

R.–Este proceso va acompañado de la presión de los influencers, que cambian continuamente de vestido y presionan a los más jóvenes. Ahora sufrimos nueva vuelta de tuerca del problema con la llamada ultra fast fashion (ultra moda rápida), con empresas como Shein, una cadena china con productos baratísimos donde los jóvenes compran mucho. Es online y suministran sus productos rapidísimo. Ya venden de todo, no solo ropa... Mucho plástico para el hogar o la oficina. El coste en emisiones es altísimo.

P.–¿Y el reciclaje de la ropa? ¿Ayuda a atenuar el problema?

R.–Se han realizado trabajos periodísticos en los que le han puesto un chip a una prenda que, luego, se ha depositado en un contenedor de reciclaje de ropa. Se ha visto que dicha prenda ha terminado en vertederos de ropa impresionantes, como el del desierto de Atacama, uno de los más grandes del mundo donde se acumulan toneladas y toneladas de estas prendas.

P.–Y esto produce una importante contaminación del suelo, el aire y las aguas con químicos y microfibras.

R.–Es impresionante. Muchas de las piezas son sintéticas, de poliéster, con mucho petróleo, lo que tiene muy mal reciclaje. Sin embargo, el algodón, la seda o el lino son mucho mejores.

“Es un abuso. Estamos abocados a comprar mucha más ropa de la que necesitamos”

P.–Positivo es el resurgir del mercado de ropa de segunda mano.

R.–Las piezas buenas tienen una segunda vida, porque está bien hechas. Todo lo contrario que esas prendas baratas que a los pocos días están deshilachadas. De lo que se trata es de darle una mayor circularidad a las prendas. Comprar buena ropa es ecológico. Ahora observo que las grandes cadenas de moda, cuando han visto que es imposible competir con Shein, han empezado a sacar prendas más caras pero con calidades mejores. Ojalá se consolide esta tendencia.

P.–Ya sé que no está de moda cuestionar a la mujer, pero en estas cosas pican más que los hombres.

R.–Cierto, tú ves a un hombre con el mismo traje de chaqueta una y otra vez, lo cual no está mal. Pero lo del cambio continuo de la ropa en las mujeres no es razonable, nos han empujado a un consumo insostenible.

P.–Usted se dedica a la economía de la energía. ¿España puede tener un sistema energético solo basado en las renovables?

R.–Actualmente, el sistema energético español no se puede sostener solo en las renovables, cuyas discontinuidades hay que compensarlas con fuentes más convencionales. Digamos que los días que no hay viento, necesitamos generar energía de otra manera. Pero el proceso está ahí y hay que seguir apostando por energías no contaminantes. Yo soy muy optimista en este asunto.

P.–¿Y la energía nuclear?

R.–La energía nuclear ha mejorado muchísimo en cuanto a seguridad. Incluso ahora existen pequeñas centrales móviles que se pueden transportar. Ya no hay que hacer esas grandes centrales a las que estábamos acostumbrados. El gran problema de las centrales ya no es una fuga radiactiva, sino qué hacemos con los residuos. Para países como Canadá, que son muy extensos, esto no genera grandes obstáculos, porque tienen territorio de sobra para almacenar los residuos en zonas sin población, por eso la nuclear tiene mucha aceptación. Pero aquí en España el asunto sí requiere un debate y ver qué tipo de energía nuclear podemos permitirnos.

P.–Mientras tanto somos muy dependientes del gas natural.

R.–Hemos pasado de ser dependientes del petróleo y estar a expensas de los países de la OPEP a ser dependientes del gas natural. ¿Por qué? Porque teníamos que hacer una descarbonización y el gas natural es menos contaminante que el petróleo y el carbón. Hemos hecho bien, pero nos estamos concentrando demasiado en el gas natural. La clave está en la diversificación de las fuentes de energía. No se pueden poner todos los huevos en la misma cesta. Lo hemos visto muy claro en la crisis producida por la Guerra de Ucrania. Alemania ha tenido que comprobar amargamente lo dependiente que era del gas ruso. Es peligroso que Europa dependa tanto de fuentes de energías externas.

P.–¿Los impuestos ecológicos sirven para algo?

–Sirven para modificar el comportamiento de los ciudadanos, porque afecta al precio. Nos pensamos un poco más el uso del automóvil. El transporte privado por combustión es muy contaminante y, por tanto, hay que apostar por el transporte público, que debería ser la política que complementase este tipo de impuestos. No se trata de fastidiar al consumidor, sino de mejorar al transporte urbano.

P.–¿Por qué está siendo un fiasco el coche eléctrico en España?

R.–Es cierto que la instalación de los puntos de recarga ha sido lenta, principalmente porque había pocas ventas de coches eléctricos. Ahora se están poniendo más y, progresivamente, la satisfacción es mayor. Los precios de los coches eléctricos son todavía caros. Tienen que bajar.

“Los precios de los coches eléctricos son todavía caros. Tienen que bajar”

P.–Hablemos de la Agenda 2030, ¿es mera retórica utopista o puede ayudarnos?

R.–Es verdad que la Agenda 2030 ha servido en la Unión Europea de marco para fijar algunos objetivos de porcentajes de renovables, de eficiencia energética, de consumo final... Pero es verdad que hay otros objetivos de la Agenda que son más genéricos y no medibles, proclamas grandilocuentes que quizás pide la sociedad.

P.–¿La falta de energía eléctrica puede lastrar el desarrollo de Andalucía?

R.–No creo. El diseño de la estrategia energética en Andalucía está muy pensada para que podamos seguir creciendo conforme a los proyectos que están planteados. Pero es verdad que se requiere tiempo previo desde que se solicita la energía hasta que te llega. Ahí sí puede haber un mal ajuste.

P.–La UE ha tenido que recular en su intención un tanto fantasiosa de acabar con el coche de combustión en un plazo muy breve. ¿Llegaremos a verlo?

R.–Yo creo que sí. Más allá de la cuestión energética, lo coches de combustión contaminan con partículas que son muy perjudiciales para la población en el aspecto respiratorio o cardiovascular.

P.–De hecho ustedes han estudiado cómo afecta esta contaminación a los niños sevillanos.

R.–Intentamos analizar cómo los niveles de partículas finas pueden afectar a la salud. Nos centramos en los niños menores de 14 años que habían ingresado en los días posteriores a incrementos en los niveles de partículas. Eran principalmente niños con ataques de bronquiolitis y neumonía. De asma menos, porque ya suelen tener muy organizada la medicación en su casa.

P.–¿Y cuáles son las zonas de Sevilla más contaminadas?

R.–Precisamente, una de las conclusiones del trabajo es que no tenemos una buena red de tomadores de partículas finas. Si queremos tener un aire limpio y de calidad, necesitamos tener mejores tomadores distribuidos en distintas zonas de Sevilla. No tenemos la información suficiente. Es importante hacerle caso a estos indicadores, como el del Prado, y los días que haya contaminación alta no ir a correr o, si tienes algún tipo de enfermedad respiratoria, tomar precauciones.

P.–¿Es posible el decrecimiento, como piden algunos?

R.–Nunca plantearía un decrecimiento. La cuestión es crecer con menos recursos. Usar lo que se tiene mucho mejor.

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