El Betis recuperó la grandeza 17 años después. El título copero acabó con la sequía de la entidad heliopolitana, en un ciclo de cambios que alargó una travesía complicada. Siete años después de la llegada a la presidencia, Ángel Haro recibió un espaldarazo al proyecto deportivo, que ahora deberá tener una continuidad para que el Betis se instale definitivamente entre los grandes del fútbol español.

Cualquier proyecto de club debe girar en torno a los resultados deportivos. El Betis había vivido un proceso de transformación, en consonancia con los tiempos y los ingresos añadidos del fútbol de hoy, pero su realidad deportiva seguía con altibajos. La segunda década del siglo XXI, que comenzó con el Betis post-Lopera y que está desde 2016 bajo el mando de Haro, no había encontrado estabilidad deportiva. Ni siquiera como en las cuatro décadas anteriores los béticos habían tenido la oportunidad de disfrutar de una final, un déficit subsanado esta temporada y al que encima se le colocó el broche de ese título copero levantado en el Estadio de la Cartuja.

"Hace unos años dijimos que veníamos a transformar la realidad del club y lo estamos haciendo. Esto sólo el principio. El Betis tiene que seguir creciendo, pero sin perder valores como la cercanía y la humildad", manifestó el presidente, Ángel Haro, durante la celebración de ese título copero por las calles de la ciudad.

Ni Eduardo Maciá –que llegó al Betis con Haro y López Catalán todavía como consejeros– ni Miguel Torrecilla. Ni Gustavo Poyet ni Víctor Sánchez del Amo. Ni siquiera con Lorenzo Serra Ferrer –con un final abrupto que cortó su tercera etapa en la entidad– y con Quique Setién en banquillo. La llegada de Manuel Pellegrini, en un verano complicado por la pandemia y las dificultades económicas de la entidad, ha sido finalmente el detonante del cambio deportivo experimentado por la entidad.

Los dirigentes han encontrado en el entrenador chileno a la persona ideal para comandar el proyecto. La ambición y exigencia de Pellegrini –nada más acabar la final de Copa, el mismo sábado ya hablaba del Getafe y de pelear un puesto entre los cuatro primeros– han calado en la entidad verdiblanca. La continuidad del propio capitán, Joaquín Sánchez, anunciada por el protagonista en el acto final del Benito Villamarín, va unida a ese crecimiento que se vive también en el vestuario, que sueña con prolongar los éxitos en temporadas venideras.

Manuel Pellegrini, sobre el césped del Benito Villamarín.

"Tenemos que seguir pensando en el futuro. Como dijo el presidente, esto no es una estación de término, es un punto más en el camino. El año que viene peleamos otra vez en Europa y por un título más como la Supercopa de España. Llevamos tres clasificaciones europeas en los últimos cinco años, que fue un poco el compromiso cuando llegaron al club", manifestó ayer Ramón Alarcón, director de negocios de la entidad, en consonancia con lo expresado por Haro y López Catalán durante la pasada semana.

"Tiene mucho mérito lo que hace este equipo. Los que están por encima de nosotros tienen más potencial económico y los que vienen por detrás también aprietan. Lo que queremos es repetir lo del sábado y no tardar otros 17 años", añadió Alarcón, que desveló el pensamiento del vestuario para este final de campeonato: "Todos me hablaban de que hay opciones de entrar en Champions".

Ése es el reto ahora de la entidad heliopolitana. Más allá de lo que suceda en estos cinco últimos partidos de Liga –el resultado de Getafe marcará la reacción del equipo–, el Betis debe consolidar el crecimiento deportivo para cumplir el punto principal de un club de fútbol. La hoja de ruta marcada por Pellegrini no se detiene en la tercera Copa del Rey de la historia del club, pero sí supone un espaldarazo al proyecto de consolidar al Betis entre los grandes del fútbol español.