El Benito Villamarín se queda sin su cubierta a golpe de ‘bocados’
Dos enormes ‘diplodocus’ fueron arrancando con sus pinzas la visera del estadio heliopolitano, en una nueva fase de su demolición tras derribar ya la grada baja de Preferencia
Así quedan los plazos de la obra del Benito Villamarín tras el derribo de la cubierta
Las obras del Benito Villamarín continúan y tras empezar con la demolición de la grada baja de Preferencia y la escalera de Voladizo, el turno fue esta vez para la visera o cubierta de la tribuna, otro hito histórico en un proceso que se extenderá casi hasta finales de noviembre. Los trabajos, que arrancaron la semana pasada ya con un importante retraso, continúan y esta vez fue el turno de la retirada del techo con dos máquinas de grandes dimensiones, los llamados diplodocus (con un cuello o brazo mucho mayor que los que empezaron la demolición en la grada baja) que arrancaron con sus pinzas el techo de Preferencia.
Las máquinas, que llegaron a Heliópolis escoltadas por Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por su enorme tamaño, comenzaron a dar ‘bocados’ sobre las 10:00 de la mañana. Y así fueron acabando, poco a poco, con la visera que durante décadas protegió a los béticos del sol y la lluvia. Eran dos máquinas que empezaron cada una por un lado, no desde el extremo, para ir uniéndose hacia el centro a medida que arrancaban con sus pinzas trozos de la techumbre, formado por acero, hierro y cableado en su estructura acabando con el último vestigio de la reforma realizada para el Mundial de 1982. Otras dos máquinas de menor tamaño se encargaban de retirar los elementos que caían y lo iban reordenando sobre el césped, ya quemado, según su tamaño y composición.
Era el comienzo de una operación que se prolongará cerca de una semana antes de que el Benito Villamarín se quede completamente sin cubierta, como ya desapareció pronto la mítica escalera de Voladizo hace unos días, así como la tienda entre Preferencia y el Gol Norte. El estadio de Heliópolis tal y como se conoció es historia, aunque todavía no hay fechas de vuelta, ya que los dos años de exilio en La Cartuja se podría extender, según dijo el propio presidente, Ángel Haro: "La demolición llevará hasta mediados de noviembre y ya llevamos algún mes de retraso. Dos años es un objetivo ambicioso, pero hasta cerrar con la constructora no sabremos si tendremos que estar algún mes más en la Cartuja", indicó.
“Demolición sin huella” es el lema de la empresa encargado de los trabajos, Erri Berri, consciente de que todo debe hacerse con el menor impacto posible al estar el estadio dentro de un núcleo urbano y es importante causar el menor trastorno posible a los vecinos. "Estamos demoliendo la estructura metálica de la cubierta empezando por la chapa en la cornisa de un extremo a otro. Llevamos las obras conforme a la planificación y esta semana comenzamos con la estructura de la grada desde la visera. La idea es finalizar a comienzos de ocubre o inicios de noviembre", explicó Javier Asurmendi como responsable de la empresa.
Muchos aficionados se acercaron al Benito Villamarín para ver desde los alrededores cómo se derribaba la visera de Preferencia, móvil en mano para inmortalizar un momento histórico para los aficionados, especialmente a los que se sentaban en esa grada. Pasado en el recuerdo, presente grabado en el dispositivo móvil y futuro en la cabeza de lo que será el nuevo Benito Villamarín, aunque para disfrutarlo todavía queda mucho por delante.
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