Sólo faltó una grada llena de béticos para que la fiesta hubiera sido similar a la de hace justo un año con el Madrid. Una remontada que consolida al Betis en la parte privilegiada de la tabla gracias a un doblete de Borja y un testarazo impecable de Joaquín que voltearon un marcador amenazante hasta el final. Fue la confirmación de que este Betis que ha ido moldeando Pellegrini sabe a qué juega y cómo ha de conseguir sus propósitos.

Sólo acaba de superarse la barrera de los veinte minutos y ya pierde el Betis por dos a cero. Puro Betis, fiel a su historia rica en irregularidades y espantás en el día más indicado para dar el salto. Una barrera que se abre, un defensa que resbala y lo cierto es que la noche se pone para remar aguas arriba. Pero se rema a ritmo de tortuga y no se hace daño por fuera, ya que ni Ruibal ni Miranda son estiletes, por lo que al descanso, la esperanza ve cómo se le va destiñendo el verde.

La obligatoria remontada que arregle cuitas se ve casi imposible, Canales no atraviesa su mejor momento y atrás no hay firmeza, por lo que trabajo tiene Pellegrini para intentar que vire el rumbo de la vida. Y bien que viró, aunque antes ha de salvar Joel que el Alavés haga el tercero. Se agiganta Fekir, mejora Canales cuando se sitúa de medio centro y, además, sale Joaquín a formar una pequeña sociedad con Emerson que va socavando la cimentación diseñada por Abelardo.

...y Borja Iglesias. El cuestionado Panda va a ser vital en la dura empresa que siempre supone remontar un cero-dos. Transforma el penalti que encarrila la noche y saca un testarazo imperial para la victoria. En el ínterin, el milagroso Joaquín emula a Santillana con un gol de raza, la noche se ha convertido en un remar aguas abajo y el Betis se afianza en esa sexta plaza que parecía imposible cuando moría el funesto 2020. Pero fue una pena que no hubiera béticos en la fiesta.