Ni en el termómetro de Aitor Ruibal subió el mercurio...

Genk-Betis | Informe técnico

La desesperante frialdad del Betis con la pelota ni siquiera probó a un sistema defensivo que prometía desmoronarse

Así jugaron los futbolistas del Betis ante el Genk

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Abde en uno de los últimos y nulos ataques del Betis.
Abde en uno de los últimos y nulos ataques del Betis. / Olivier Matthys (Efe)

Otra salida por Europa que se prestaba a las rotaciones, y más teniendo en el horizonte la visita del Atlético de Madrid a La Cartuja a los cuatro días. Manuel Pellegrini usa una horma ya habitual para este tipo de partidos y en Genk no iba a ser menos. Hasta nueve cambios con respecto a la visita a Villarreal y la gran novedad de Deossa después de salir de sus problemas físicos. Fuera de esa rueda de descansos se mantuvo Antony. El brasileño se pide jugar siempre y el Ingeniero quiere tenerlo contento.

Defensa

El Genk es uno de tantos equipos que plantean de salida alguna complicación porque apenas se conocen sus virtudes con la pelota, porque el terreno de juego y el decorado es extraño y porque, de forma inconsciente, todo el Betis iba a bajar un punto la intensidad con la pelota y sin ella. Lo malo es que el equipo de Pellegrini, que puede estar entre los ocho aspirantes a llevarse esta competición, no bajó sólo un punto ese ímpetu, sino dos o incluso tres. Y eso dejó el pleito demasiado abierto a que una jugada aislada lo terminara de tocer todo. Ocurrió ya en el minuto 80 en una pelota larga al coreano Oh que sorprendió a la adelantada zaga bética y que no fue a más porque la pelota se fue a la cepa del palo.

Sí, todo el Betis jugó con fuego y si no se quemó fue por la concentración y el mando en la anticipación de Bartra y sobre todo Valentín Gómez, y por las propias limitaciones del Genk, donde sólo el griego Konstantinos Karetsas ofrecía recursos individuales desde la derecha.

El dúo Deossa-Altimira, que Pellegrini dispuso para dar descanso a Marc Roca y Pablo Fornals para la dura batalla que espera el lunes, naufragó en la medular. Se quedó en tierra de nadie.

Ataque

Ese discretísimo trabajo de los dos pivotes empezó a lastrarlo todo con la pelota. Y desde la línea de medipuntas no se hizo mucho más por mejorarlo. Antony quiso buscar socios desde la derecha, pero Lo Celso sacó esa versión trotona e incluso indolente por momentos, mientras que Riquelme, más voluntarioso, siguió en su línea de blandura. Sólo una jugada digna hizo el Betis en todo el partido, en ese robo de Bakambu al que dieron continuidad Lo Celso y Riquelme para que el central Smets se anticipara en el último instante al congoleño cuando éste ya se disponía a rematar en el área (36’).

Pellegrini tuvo clarísimo que el Betis no iba a llevarse el partido si todo seguía discurriendo por las coordenadas de la primera mitad y, tras zanjar la inquietud por la amarilla de Antony con la entrada de Pablo García por el brasileño, quiso dar más vivacidad al juego con Fornals por Deossa y Abde por el denominado Rorro. Pero el cambio de marchas estaba gripado definitivamente y sólo cayó un tiro inocente de Pablo García a las manos de Van Combrugge.

Virtudes

No perder en días tan aciagos distingue a los aspirantes. Valentín Gómez se consolida.

Talón de Aquiles

Los jugadores llamados a darle profundidad a la plantilla no se reivindicaron. Y esa tibieza general en ataque, en la que cayó hasta Aitor Ruibal, no sacudió a una defensa feble.

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