El testarazo de Isco endulzó la noche

Desde mi córner

Ante un buen rival, el Betis sufrió de entrada, supo venirse arriba y logró un triunfo de oro

BIEN está lo que bien acaba y en Heliópolis se temió la peor para que todo acabase en fiesta grande, una fiesta más de las muchas que le regala a su afición el Betis de Manuel Pellegrini. Y para que la fiesta fuese aún más alegre y hasta rayana en la euforia, el gol del triunfo iba a lograrlo Isco, ese futbolista que en cada lance lleva un puñado de morbo en su mochila. Y, además, de una manera que no está en su repertorio, con la cabeza.

Fue un partido que iba a componerse de varios partidos y, desde luego, su primera versión le ponía los pelos como escarpias al aficionado. Sin haber roto a sudar, un pase al hueco, los centrales que no están y Birmancevic aprovecha el servicio para batir a Rui Silva. Sólo van dos minutos, pero el tiempo avanza y se comprueba una situación dramática, la de que el balón es de los checos. Y así está todo cuando el regalo bético es correspondido por Vindahl que aprovecha Assane.

Entre regalo y regalo sólo han transcurrido siete minutos, pero la superioridad del Sparta es manifiesta. Quizá adolezcan de verticalidad, pero en esos momentos no hay quien dé un euro por el Betis. Discurre el primer tiempo con el sabor amargo que proviene de la impotencia de un equipo que sufre demasiado sin el balón, pero el descanso le viene de cine para una transformación que se acentuará cuando Carvalho es relevado por un Guardado que cimentará al equipo.

Falta media hora y ya nada es igual. El Betis será quien lleve la manija hasta esa explosión que va a producirse en el minuto 79. Centro de Guido en vertical al corazón del área para que surja de inopinado cabeceador Isco y se haga el éxtasis. A partir de ahí surge un Betis que hace lo que casi nunca estuvo en su filosofía, especular con el marcador. Pudo agrandar el triunfo, pero también peligró en la última jugada del choque. Victoria y cuádruple empate en el grupo. No va más.

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