Qué es el betanodavirus y qué riesgo de contagio existe en los humanos

Actualmente, no supone un peligro para los humanos ni existen tratamientos para peces infectados

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Pez Mero
Pez Mero / Freepik

Los virus asolan España y afectan tanto a personas como a todos los seres vivos tanto terrestres como acuáticos. El último que ha sorprendido a todos ha sido el betanodavirus que afecta principalmente a los peces cultivados, tanto de agua marina como de dulce. Todavía se desconocen que haya tratamientos curativos efectivos y, por el momento, no ha habido casos relacionados con seres humanos.

Una característica distintiva de este patógeno es su tropismo por el sistema nervioso central y la retina, donde ocasiona lesiones degenerativas y necrosis neuronal. Estas alteraciones explican los signos clínicos típicos de la enfermedad, como movimientos natatorios anormales y pérdida de equilibrio.

Este se ha reportado en Asia, Europa, América, África y Oceanía. Su presencia ha sido documentada tanto en especies de interés comercial como en peces ornamentales, lo que facilita la dispersión del virus a través del comercio internacional. Entre las especies más afectadas se encuentran la lubina europea, el mero que es el que ha aparecido en las costas de Cataluña recientemente, el pargo rojo, el bacalao, la tilapia, el pez payaso y los peces koi y bettas. La susceptibilidad varía según la edad: las larvas y juveniles son los más vulnerables, con mortalidades que alcanzan entre el 80% y el 100%, mientras que los adultos pueden ser portadores asintomáticos.

La infección inicia cuando el virus ingresa al organismo del pez a través del agua contaminada, contacto directo o vía oral. Una vez en el infectado, el betanodavirus se replica principalmente en neuronas del encéfalo, cerebelo, médula espinal y retina. Esto provoca necrosis neuronal, vacuolización citoplasmática y desorganización del tejido nervioso.

Los signos clínicos más característicos son:

  • Comportamiento anormal: nado errático en espiral, flotación invertida o movimientos bruscos.
  • Pérdida del equilibrio: los peces no logran mantener la posición correcta en el agua.
  • Reducción del apetito y crecimiento lento.
  • Opacidad ocular y ceguera parcial o total en casos avanzados.

Estrategias de prevención y control

Actualmente no existe un tratamiento antiviral específico contra el betanodavirus. Por ello, la estrategia más eficaz se centra en la prevención y la implementación de estrictas medidas de bioseguridad.

Algunas prácticas recomendadas son:

  1. Control sanitario de reproductores: análisis periódico para descartar portadores asintomáticos.
  2. Desinfección rigurosa de tanques, jaulas, redes y equipos.
  3. Uso de agua filtrada y tratada para reducir la carga viral.
  4. Cuarentena de nuevas incorporaciones antes de su ingreso a sistemas de producción.
  5. Vacunación experimental: aunque todavía no existe una vacuna comercial universal, se han desarrollado prototipos inactivados, recombinantes y basados en ADN con resultados prometedores en especies como la lubina.

Riesgo de contagio en humanos

Este no afecta a la salud humana. Además, su consumo no presenta ningún peligro, igualmente, se debe tener precaución. Esto se tiene que aplicar tanto a productos de pesca como los de piscifactorías. La probabilidad de que un mero u otro pez infectado llegue al consumidor es casi imposible, ya que los propios pescadores, las lonjas y los inspectores los retirarían del consumo.

Referencias bibliográficas:

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