Salud Sin Fronteras
José Martínez Olmos
Los profesionales del mañana
¿Por qué me siento culpable cuando marco como prioridad mis necesidades frente a las que tienen las personas que te rodean? Esta es la pregunta que se hacen muchos adultos a lo largo de su vida. La mayoría se dejan llevar por esas circunstancias y, al final anteponen las urgencias de los demás por encima de las propias.
No se trata de un hecho aislado y la psicóloga Priscila Barrera explica que está relacionado con el papel que hayas adquirido en la familia durante la infancia. En la mayoría de ocasiones se repite el mismo patrón. "Siempre has crecido viendo a tu madre sufrir por sus problemas y quejándose por todo. No ha sido capaz de resolverlos por sí sola y, por consecuencia, te ha tocado dejar de ser niña demasiado pronto".
En psicología, esto se conoce como quedarte huérfana, aunque la figura materna esté presente. En la edad adulta, sigues teniendo el mismo comportamiento, pero con matices. Normalmente, tus necesidades son mayores y necesitas más atención para ti misma. Sin embargo, la culpabilidad está presente porque notas que dejas sola a tu madre.
Como has seguido este patrón durante mucho tiempo, con otras personas cercanas adquieres este rol sin darte cuenta. Un ejemplo claro es la pareja, con la que sueles pasar mucho tiempo después de la familia. Desde pequeña, has entendido que lo aceptable es preocuparse por los demás y es lo que esperas hacer al formar una nueva familia.
Una de las técnicas que utiliza la neuropsicóloga Priscila Barrera es la constelación familiar que consiste en una terapia sistémica creada por Bert Hellinger que permite identificar y resolver dinámicas inconscientes dentro de la familia o la pareja, en este caso, con la madre. En ellas, se aprende a aceptarla como es, liberando cargas emocionales y restaurando el equilibrio en la relación de ambas.
Las heridas maternas pueden marcar nuestro carácter en muchos aspectos. Por ejemplo, una de las consecuencias más visibles es la baja autoestima, siempre se tiende a pensar que uno mismo no es tan bueno o no será capaz de hacer algo determinado. Siempre se espera ser perfecta y que no se tenga ninguna queja sobre ella.
La dependencia emocional se ve reflejada en cada una de las relaciones porque siempre lo han enseñado. En algunos casos, expresar los propios sentimientos puede ser una tarea muy difícil. Esto lleva a la falta de autocuidado, puesto que no es una necesidad y siempre entran en juego las prioridades de otras personas. La parentificación es otra de las consecuencias y, la raíz del problema presentado de por qué nos sentimos culpables.
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