Las emociones modulan el umbral doloroso en el paciente crónico
Psicología
El estudio del abordaje psicológico del dolor ayuda a algunas personas a evitar la somatización de sus síntomas, evitar la aprehensión o combatir la incertidumbre.
El dolor es uno de los síntomas más frecuentes en medicina, sin embargo, la mayoría de las investigaciones olvidan su estudio desde un punto de vista psicológico. "Las emociones son elementos que modulan de forma directa la sensación dolorosa, de ahí que su análisis permita un tratamiento más completo y multidisciplinar, sobre todo, en el dolor crónico", expone José Manuel García Arroyo psiquiatra y psicoterapeuta responsable del trabajo El dolor: una encrucijada entre cuerpo y subjetividad.
Según el especialista, "el dolor siempre dispara las emociones, las cuales explican problemas como la diferencia entre la lesión y el dolor percibido, o el mismo umbral doloroso que puede aumentar o diminuir dependiendo de la propia reacción emocional". A través de las emociones el dolor influiría en la vida del afectado, interrumpiendo actividades laborales, familiares, sociales, etc.
En los enfermos crónicos, según el estudio, el sujeto hace construcciones permanentes de su síntoma. Por una lado, le busca un sentido que el dolor no posee. En esta dirección el psiquiatra José Manuel García describe que, "hay enfermos que asocian el dolor a un castigo divino, una desgracia debido a la mala suerte, o el destino". Y por otro lado, un despliegue de sentimientos en relación al mismo. Una emoción consiste en una respuesta afectiva intensa pero poco duradera y suele ir acompañada de reacciones vegetativas (taquicardia, sudoración..), son ejemplos, el miedo o la angustia. En cambio, los sentimientos, son estados afectivos que se establecen de modo paulatino, mostrando no tanta intensidad como las emociones pero sí una gran duración pudiendo continuar toda la vida. Se caracterizan por crear vínculos y otorgar estabilidad a la persona. "En el paciente crónico los sentimientos referidos al dolor se producen tras su incorporación activa al aparato psíquico, se vive el dolor como algo real", manifiesta el especialista. Algunos pacientes del estudio nombraban al dolor como "ese maldito", "el indeseable", incluso hubo un hombre de 68 años que a su dolor reumático lo llamaba Perico.
El dolor en relación a la intersubjetividad se transforma en una llamada al otro para se atendido o asistido. En este sentido, las respuesta del médico y del entorno del paciente influyen en la evolución del dolor. Según el estudio, cuando el otro pronuncia palabras tranquilizadoras se producen efectos calmantes del dolor, en parte motivados por la autosugestión. Y en cambio, son bastantes negativas las personas que culpabilizan al paciente pues aumenta el dolor.
Este trabajo, cofirmado por la psicóloga clínica María Luisa Domínguez López, analizó a una treintena de pacientes del Hospital Clínico Virgen Macarena, en Sevilla, durante un año y medio.
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