Una farmacéutica advierte sobre los riesgos del Lorazepam para las fases del sueño: "Quizás duermes, pero tu cerebro no está descansando"

Un estudio internacional sobre salud mental advierte de que el 63% de la población no es capaz de relajarse, un indicador del aumento en el consumo de ansiolíticos, que pueden presentar diversos de efectos secundarios

Uxoa Olaizola, farmacéutica
Uxoa Olaizola, farmacéutica / TikTok

En la sociedad actual, cada vez se observan más los efectos del estrés. Por ese motivo, el consumo de ansiolíticos como el Lorazepam ha aumentado considerablemente durante los últimos años. Según el Estudio Internacional sobre Salud Mental del Grupo AXA, el 63% de la población no es capaz de relajarse. Ahora bien, es importante tener en cuenta los efectos negativos de algunos de estos fármacos y así lo explica Uxoa Olaizola, farmacéutica y propietaria de Olaiz Farmacia Online.

El citado informe pone de manifiesto que el 59% de los encuestados sufre estrés, el 48% depresión y el 23% ansiedad. En este contexto, el Lorazepam se emplea para aliviar los cuadros de ansiedad y, en consecuencia, para tratar el insomnio que se desencadena de este estado. "Su metabolismo, más limpio que el de otras benzodiacepinas, hace que sea el más recetado", explica la especialista. "Pero hay algo más: interfiere con el sueño profundo y la fase REM, justo las más importantes".

Los efectos del Lorazepam en el descanso

"Quizás duermes, pero tu cerebro no está descansando", sostiene Olaizola. "El Lorazepam, conocido como Orfidal, es una benzodiazepina. Se usa para la ansiedad y el insomnio; y, como las otras 'benzos', tiene efectos sedantes y es un relajante muscular, anticonvulsivante, amnésico y depresor del sistema nervioso central". Asimismo, es la más recetada porque "se metaboliza principalmente por la glucoronoconjugación, una ruta más limpia y con menos interacciones. Por eso se considera más segura en pacientes mayores y polimedicados".

Entonces, ¿cuál es el problema exactamente? En palabras de la farmacéutica, el Lorazepam tiene efectos secundarios y el más importante de todos ellos es su capacidad de "alterar la arquitectura natural del sueño". Es decir, "altera dos fases clave: la fase profunda, que es la N3; y la fase REM". Esto se debe a que el psicofármaco potencia la acción del GABA, principal neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central.

El Lorazepam interfiere en dos fases clave del sueño

Sin embargo, eso no es todo. Su consumo "reduce la actividad cerebral general y aumenta el sueño superficial de la fase N2, al tiempo que bloquea el acceso a las fases más profundas". La fase N3, como explica la farmacéutica, es la de la regeneración celular, mientras que "la fase REM es clave para procesar emociones, fijar la memoria y mantener el equilibrio mental". Por lo tanto, "dormir con Lorazepam, es dormir, sí; pero saltándose lo más importante".

Es habitual entonces que, al día siguiente, los pacientes se encuentren con cierta somnolencia, fallos de memoria, falta de concentración y torpeza motora. "Incluso, con riesgo de caídas, sobre todo en personas mayores", prosigue. "Además, el bloqueo crónico de la fase REM se ha relacionado con el deterioro cognitivo". Por ese motivo, es aconsejable consumir el Lorazepam con moderación y en períodos muy concretos de tiempo.

Referencias bibliográficas

Estudio Internacional sobre Salud Mental (2025), Grupo AXA: https://www.axa.es/documents/d/axa/axa_presentacionsaludmental25

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