Esta Navidad, aparta a los menores de los conflictos familiares no resueltos
Investigación y Tecnología
"Los niños absorben todos los comportamientos que tenemos los adultos, incluso, desde que está en el vientre materno"
La mayoría de los conflictos entre los adultos estallan por unas emociones mal gestionadas
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La Navidad no siempre es un motivo para celebrar. Muchas personas que viven en conflicto durante el año tienen que volver a sentarse con personas a las que no les apetece ver. Otros utilizan como excusa ese encuentro que se produce prácticamente una vez al año para reprochar lo que hace tiempo se tenía que haber hablado.
Como en la mayoría de los casos que hay conflictos familiares, la parte peor se la llevan los menores quienes también sufren presenciando este tipo de escenas. Es en estos momentos en el que deberíamos tener en cuenta aquello de "los niños son esponjas" y no solo para referirnos a cuando tienen que adquirir conocimientos. Por mucho que los adultos se empeñen en callar y tapar las evidencias, los niños perciben todo lo que se respira en el ambiente y les repercute de manera negativa en su bienestar. El impacto de los conflictos familiares y discusiones es tan grande que se percibe hasta cuando están en el vientre materno.
En este sentido, cuando este medio le preguntó a la psicóloga sanitaria-educativa y autora del libro Me lo tengo que mirar, Cristina Muñoz, si los niños son esponjas, nos contestó: "Realmente son esponjas porque perciben todos los estímulos sensoriales que hay a su alrededor hasta los tres años que es cuando empiezan a procesar lo que se les dice. Ellos absorben todos los comportamientos que tenemos los adultos, incluso desde que está en el vientre materno ya que el estrés contrae los vasos que afecta a la placenta y hace que al niño no le llegue suficiente oxígeno y además perjudica al crecimiento del bebé".
¿El factor desencadenante?
Normalmente, son unas emociones no trabajadas por parte del adulto. Llega el momento del reencuentro y después de estar contaminados por el estrés propio de la época, llega el día en el que coinciden todas las partes implicadas, las cuales están conteniendo su rabia hasta que surge un comentario desafortunado que provoca el estallido. Lo que sucede es que se piensa que es un tema que se puede obviar solamente por que es Navidad. "Usamos la excusa de la Navidad" -aclara Cristina Muñoz- "para evitar ese conflicto, pero ¿qué hace pensar que en Navidad la situación va a ser diferente? Si el conflicto está ahí, va a estallar cuando estemos todos juntos en una mesa porque no nos hemos sentado a solucionarlo con antelación".
Como siempre, "hay menores delante" y "si hablamos de una familia normal, los menores sufren mucho estos conflictos". Por normal, queremos decir que no tiene una base desestructurada, en la que los menores suelen tener una estabilidad y un entorno seguro, fuera de prácticas tóxicas para la salud. La psicóloga asegura que muchas veces el conflicto está tan normalizado que "les da igual que haya niños delante o llegan a decir que no se enteran", pero sí se enteran de todo. En este sentido, la psicóloga recomienda que, dentro de las posibilidades, "el adulto es quien tiene que frenarse y pensar en lo que está haciendo", es la persona adulta la que tiene que salirse del ego y pensar que los niños son lo más importante y que su comportamiento tiene repercusiones negativas en los menores que presencian los conflictos familiares.
Hace algunos años, por una cuestión cultural, el trato de los mayores hacia los menores era completamente distinto en el que decían palabras mal sonantes, tales como "este niño es tonto" y lo teníamos normalizado. Hay muchas personas que siguen arraigadas en esas creencias y tratan a los niños igual que en esos tiempos, pero las mentalidades van cambiando y las formas de educar también.
Llega la hora de dar los regalos
"El tema de los regalos es algo complicado", dice Cristina Muñoz. A veces lo que sucede, es que hay disparidad económica en cada uno de los miembros de la relación, es decir, que uno de los dos tiene más dificultades económicas que el otro. En este sentido, la psicóloga recomienda "evitar tanta compra material" y "que como están de vacaciones, evitar que todo sea capitalista, comidas, luces o regalos y que sea también hacer cosas con ellos, dar un paseo con ellos, en definitiva pasar tiempo con ellos".
Muchas veces los padres se encuentran con regalos no solicitados. Por ejemplo, los padres optan por comprar algo prudencial con el fin de evitar el síndrome del niño hiperregalado, pero luego llega la abuela o los tíos y les colman de regalos. Aquí Cristina Muñoz nos recomienda "hacer explícito el tema de los regalos. A lo mejor, no una lista con los regalos, pero sí los que quiero y cuántos quiero. Y eso favorece también que la otra persona pueda tener unos límites".
Se da también la parte contraria, es decir, cuando dos adultos no se hablan, da igual el parentesco que tengan, e implican al menor. Por ejemplo, si un hermano no te habla, tampoco le hablas a sus hijos. La psicóloga argumenta que "el menor no tiene por qué presenciar esto, ni por qué estar al tanto de lo que sucede entre los dos hermanos y mucho menos tiene la culpa de esa disputa, ni de nada".
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