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El pasado mes de enero entró en vigor la nueva ley de envases, que, además de cargar con 0,45 euros cada kilo de este material que se fabrique o adquiera con plástico, se prohibió la utilización de bisfenol A en la fabricación de los envases. La iniciativa llevada a cabo por España no ha sido refrendada este año por otros países de Europa pero los avisos de las agencias EFSA y AEMA por los datos que manejan y el riesgo que conlleva ha llamado la atención de la Organización de Consumidores y Usuarios en nuestro país ¿Qué es el bisfenol y por qué la OCU pide que se elimine su rastro de los envases en toda Europa? Aquí os lo contamos
Tal y como explican desde la OCU, "el bisfenol A (BPA) es una sustancia química utilizada en la fabricación de plásticos y resinas, en la producción de utensilios para uso alimentario como como botellas, platos y tazas, resinas utilizadas para hacer revestimientos protectores en recipientes de alimentos y bebidas". Incluso podemos encontrarlo en la tinta de los tiques de la compra.
El problema es que desde esos orígenes puede migrar en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas que se almacenen en estos recipientes, sobre todo, si no se usan de manera correcta y el bisfenol A puede tener efectos negativos sobre el sistema hormonal, reproductivo, de desarrollo y metabólico.
Porque varios grupos de científicos llevan más de una década de estudios en torno al bisfenol. Y las prohibiciones y limitaciones han ido en aumento con el paso de los años. Se empezó en 2011 con su prohibición en la fabricación de biberones y finalizó (al menos aquí en España) con la nueva ley de residuos, pero desde la Unión Europea siguen sin darse el paso definitivo para retirarlo de la circulación, a pesar de que en abril la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria determinó que podía ser un problema de salud para los consumidores de todos los grupos de edad y en septiembre fue la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) la que advirtió de que los niveles de exposición a este contaminante superan los valores que pueden considerarse seguros.
Actualmente, si no se ponen los topes necesarios, en la mayoría de países se superarán los límites admisibles de exposición a este compuesto químico, por lo que en Europa también se está planeando un cambio normativo en esa línea. Un cambio que ya llega tarde, según la OCU, con los pertinentes controles.
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