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La tendencia del calzado 'barefoot' o minimalista sigue en alza. Cada vez son más personas las que se prestan por conocer y probar este tipo de calzado y cada vez son más las marcas que empiezan a fabricar zapatos respetuosos con los pies de los adultos, así como también accesorios como plantillas que ayudan, de igual manera, a la transición de un calzado convencional a uno 'barefoot'.
El zapato minimalista está diseñado para que parezca que vas andando descalzo, es flexible, con suela sin amortiguación y sin distinción entre la parte delantera y la trasera. María (nombre ficticio) nos cuenta que empezó en el año 2021 a cambiar a este tipo de calzado. "Decidí informarme por mi cuenta y di con información que nunca me había parado a pensar sobre nuestra naturaleza. Sobre cómo éramos y cómo somos ahora y cómo nuestra propia forma de vivir nos está enfermando".
El pie no necesita amortiguación porque ya tiene la suya propia y está perfectamente capacitado para ir descalzo. "Nuestro pie es una máquina perfecta y está diseñada para trabajar sin ningún tipo de ayuda, pero al vivir en sociedad y realizar actividades específicas, lo hemos ido calzando con diferentes tipos de calzado que han podido ir deteriorando su funcionalidad", asegura la podóloga Victoria Hoyos de la Clínica Hoyos Podología.
Está demostrado que el calzado minimalista es perfectamente saludable no solo para los huesos y músculos de nuestros pies sino también para nuestra propia anatomía en general. Elena Sánchez, una sevillana que lleva más de un año de transición, asegura que "ha mejorado mucho mi estabilidad, mi movilidad, mi rendimiento deportivo, mi forma de moverme en mi día a día y he reducido muchísimos dolores que sufría" debido a que "los zapatos son los que nos producen descompensaciones ya que no caminamos de la manera correcta".
Cuando usamos los calzados 'barefoot', tenemos la oportunidad de abrir nuestros dedos ya que están diseñados para que entren perfectamente en el calzado y puedan moverse dentro de él con total libertad. Contaba Elena que "son los propios zapatos los que nos deforman el pie" y, por tanto, "tenemos que adaptar nuestro pie al zapato y no el zapato a nuestro pie".
Por otra parte, los calzados 'barefoot' no son recomendables para todos los tipos de pies ya que hay personas que cuentan con patologías previas que dificultan que puedan llevarlos. Para saberlo, habría que acudir a una clínica podológica para que evalúe tu caso dado que hay que hacer una buena transición que si no se hace correctamente, corremos el riesgo de lesionarnos.
Cuando usamos un calzado inadecuado para nuestro tipo de pie, se van produciendo una serie de daños que, a su vez, van provocando lesiones en otras partes del cuerpo como dedos en garra, lesiones en la rodilla, uñas encarnadas, juanetes o esguinces, respectivamente debido a que se producen descompensaciones porque no estamos caminando de forma correcta.
"Y al final", continúa relatando Elena, "acabamos echando el cuerpo para atrás para poder ir más estables en esos zapatos, lo cual genera un hombro más alto que otro, una cadera más alta que otra, esforzar más una pierna que otra y, por eso hay tanta gente con problemas de rodilla y espalda", concluye.
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