¿Por qué engorda la barriga con la edad?

Investigación y Tecnología

El cuerpo no solo cambia cómo distribuye la grasa, sino que también incrementa la producción de células que la generan

Luis Bernat y Antonio Lewis, creadores de 'El Método Alfa 50': "Siempre hay una segunda oportunidad que no tiene nada que ver con la edad que uno tiene"

Barriga grande
Barriga grande / Freepik

A partir de la mediana edad, muchas personas comienzan a notar un aumento progresivo en la acumulación de grasa abdominal. Este cambio corporal, lejos de ser solo una cuestión estética, representa un desafío para la salud en términos generales ya que la grasa visceral, que se localiza en torno a los órganos internos del abdomen, no solo influye en la apariencia física, sino que también tiene implicaciones profundas en el funcionamiento del organismo.

Numerosos estudios han asociado el crecimiento del perímetro abdominal con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2 e incluso diversos tipos de cáncer, incluidos el de colon, páncreas, útero y mama. De hecho, la forma característica de la barriga abultada en la edad adulta se ha vinculado con una mayor probabilidad de mortalidad prematura, lo que convierte este fenómeno en un tema prioritario para la salud pública y la medicina preventiva.

Cambios hormonales y envejecimiento

Durante años se ha estudiado por qué la grasa tiende a acumularse con tanta facilidad en la zona abdominal a medida que envejecemos. Una de las primeras explicaciones apunta a los cambios hormonales, especialmente en las mujeres. Con la llegada de la menopausia, la disminución de los niveles de estrógenos conlleva una redistribución de la grasa corporal, que comienza a asentarse con mayor frecuencia en la zona media del cuerpo. Este proceso, sin embargo, no afecta únicamente al sexo femenino ni explica por completo lo que ocurre en los hombres.

Más allá del factor hormonal, la ciencia ha ido revelando otros mecanismos que intervienen en esta transformación. A medida que envejecemos, el metabolismo se vuelve más lento, disminuye la masa muscular y, al mismo tiempo, aumenta la proporción de grasa, aunque el peso corporal se mantenga estable. Esta combinación de factores metabólicos, hormonales y celulares crea el escenario perfecto para el crecimiento abdominal.

Un estudio reciente realizado por la organización City of Hope, especializada en diabetes y cáncer, ha descubierto un elemento clave que ayuda a explicar este fenómeno. Según la doctora Annabel Wang, endocrinóloga y coautora del trabajo, el envejecimiento estimula la aparición de un nuevo tipo de células madre que favorecen directamente la formación de grasa abdominal. Es decir, el cuerpo no solo cambia cómo distribuye la grasa, sino que también incrementa la producción de células que la generan.

Nuevas células madre, nueva grasa abdominal

Las células madre son conocidas por su capacidad de convertirse en diferentes tipos de células del cuerpo, desde neuronas hasta células musculares. Durante el desarrollo embrionario, estas células son pluripotentes, lo que significa que tienen el potencial de formar cualquier tipo de tejido. Sin embargo, el organismo también conserva algunas células madre en la adultez, aunque en menor cantidad y con funciones más específicas.

Lo sorprendente del hallazgo de los investigadores es que, con la edad, aparece una variedad de células madre que no solo persisten, sino que se activan con fuerza renovada. Este tipo particular de célula se transforma directamente en células grasas, y su actividad se incrementa con el paso de los años. Según el doctor Adolfo García-Ocaña, otro de los investigadores involucrados, el envejecimiento “desbloquea” la capacidad de estas células para multiplicarse, lo que conduce a un aumento sostenido de grasa en la región abdominal.

Este descubrimiento no se limita a pruebas de laboratorio con animales. Los resultados han sido validados en células humanas, y el estudio ha sido publicado en Science, una de las revistas científicas más reconocidas del mundo. Lo que se ha observado es que una proteína específica, denominada LIFR, desempeña un papel esencial en este proceso. Esta proteína actúa como una especie de interruptor que permite que las nuevas células madre se activen y empiecen a transformarse en células grasas.

El conocimiento de este mecanismo abre la puerta a posibles soluciones médicas. Si los científicos logran desarrollar tratamientos que bloqueen la acción de la proteína LIFR o limiten el crecimiento de estas células madre, podríamos estar ante una nueva vía para combatir de manera eficaz la acumulación de grasa abdominal.

Tal como explica la doctora Wang, controlar la formación de estas células podría ser clave para reducir la grasa visceral, mejorar la salud metabólica y, potencialmente, alargar la esperanza de vida. No se trata solo de un avance en la comprensión del envejecimiento, sino de una oportunidad concreta para intervenir en uno de los factores de riesgo más relevantes y extendidos entre la población adulta.

En definitiva, el aumento de la barriga con la edad no es una casualidad ni un simple efecto colateral del paso del tiempo. Responde a una combinación compleja de cambios hormonales, pérdida de masa muscular y, ahora lo sabemos, a la activación de nuevas células madre con alta capacidad de generar grasa. La buena noticia es que la ciencia está cada vez más cerca de ofrecer respuestas, y quizá en un futuro no tan lejano, soluciones concretas para evitar que la barriga se convierta en un lastre para la salud.

stats