Los hábitos de vida que, según una doctora, nos ayudarán a evitar la aparición de varices: "Es fundamental actuar antes de que las varices se hagan visibles"
Aunque tiene un componente genético que no puede modificarse, está fuertemente influido por factores del estilo de vida
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La mayoría de las personas ha sentido alguna vez esa incómoda sensación de piernas pesadas al final del día, una hinchazón molesta o calambres nocturnos que alteran el descanso. Aunque estos síntomas suelen considerarse molestias pasajeras, en realidad pueden estar señalando el inicio de un trastorno venoso más complejo: las varices. Más allá de su dimensión estética, este problema circulatorio puede afectar de forma significativa a la calidad de vida si no se aborda a tiempo.
Las varices no son solo venas dilatadas que afean las piernas sino que se trata de manifestaciones visibles de que hay un fallo en el retorno venoso, un proceso bastante importante para nuestra salud vascular. La buena noticia es que, en muchos casos, su aparición puede prevenirse o al menos ralentizarse con hábitos de vida saludables que podemos mantener en el tiempo. Como explica la doctora Karla Moncayo, especialista en Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Quirónsalud Miguel Domínguez de Pontevedra, "prevenir las varices es, en definitiva, una forma de vivir mejor". Con pequeños gestos diarios es posible reducir significativamente el riesgo y evitar complicaciones más graves que podrían derivar en patologías crónicas, como la insuficiencia venosa o incluso la trombosis.
Comprender el origen para prevenir con eficacia
Las varices se producen cuando las válvulas que regulan el flujo sanguíneo en las venas dejan de funcionar correctamente. Este fallo impide que la sangre ascienda adecuadamente hacia el corazón, acumulándose en las extremidades inferiores. Como consecuencia, las venas se dilatan, sus paredes se debilitan y aparecen los primeros signos visibles que son esas venas azuladas que podemos ver a través de nuestra piel, pero además, sensación de pesadez, calambres, picor o incluso úlceras en casos avanzados.
Este proceso, aunque tiene un componente genético que no puede modificarse, está fuertemente influido por factores del estilo de vida. El sedentarismo, pasar muchas horas de pie o sentado sin moverse, el uso de calzado inadecuado, el sobrepeso, el estreñimiento, los cambios hormonales y el embarazo son algunos de los elementos que agravan la situación. "Es fundamental actuar antes de que las varices se hagan visibles", subraya la doctora Moncayo. En otras palabras, la prevención debe comenzar incluso cuando no hay síntomas aparentes, con un enfoque integral que combine movimiento, alimentación adecuada y pequeños cambios en la rutina diaria.
Hábitos saludables que marcan la diferencia
Una de las herramientas más eficaces para proteger la salud venosa es, sin duda, el ejercicio físico. Actividades como caminar, nadar o montar en bicicleta las cuales podemos realizar al menos media hora al día, favorecen el retorno venoso gracias a la activación de la "bomba muscular de la pantorrilla", un mecanismo esencial que ayuda a impulsar la sangre hacia arriba. Este tipo de movimiento no solo contribuye a prevenir las varices, sino que mejora la circulación general, ayuda a mantener un peso saludable y tiene beneficios psicológicos y emocionales importantes.
Más allá del ejercicio, existen otros gestos sencillos que pueden incorporarse fácilmente en la rutina diaria y que tienen un impacto positivo en la salud vascular. Evitar cruzar las piernas al sentarse, levantarse y caminar unos minutos cada hora, optar por las escaleras en lugar del ascensor o elevar las piernas unos minutos al final del día son pequeñas decisiones que suman. Dormir con las piernas ligeramente elevadas también ayuda a favorecer el retorno venoso durante la noche. La elección del calzado no es un tema menor. Tal como advierte la doctora Moncayo, ni los tacones altos ni los zapatos completamente planos son adecuados. La mejor opción es un calzado cómodo, con una ligera elevación del talón y buena sujeción, que facilite el movimiento natural del pie y evite tensiones innecesarias.
La alimentación también juega un papel relevante en la prevención. Una dieta rica en fibra con la que podemos prevenir el estreñimiento, baja en sal y en productos ultraprocesados, acompañada de una correcta hidratación, contribuye a mantener un peso saludable y reduce la presión sobre las venas. En casos concretos como el embarazo, antecedentes familiares o profesiones que exigen estar de pie durante muchas horas, el uso de medias de compresión (siempre bajo indicación médica) puede ser de gran ayuda para prevenir la progresión de la enfermedad.
Más que una molestia, una cuestión de salud
Tratar las varices como un problema meramente estético es un error que puede tener consecuencias. La evolución natural de esta afección, si no se interviene a tiempo, puede derivar en complicaciones importantes como la insuficiencia venosa crónica, la flebitis o incluso la trombosis venosa profunda. Ante síntomas como pesadez persistente, hinchazón, picor, calambres nocturnos o la aparición de venas visibles, lo recomendable es consultar con un especialista. Existen tratamientos personalizados, tanto médicos como quirúrgicos, que permiten controlar la evolución de la enfermedad y mejorar notablemente la calidad de vida de los pacientes.
Como concluye la doctora Moncayo, "la prevención no requiere grandes esfuerzos, sino pequeñas decisiones sostenidas en el tiempo". Y estas decisiones, aunque parezcan simples, pueden marcar una gran diferencia en el bienestar diario. Prevenir las varices no solo significa evitar el dolor o la incomodidad física, sino también apostar por una vida más activa, saludable y plena. Porque cuidar nuestras venas es, en última instancia, cuidar de nosotros mismos.
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