¿Es malo tomar demasiadas infusiones? Cantidades recomendadas y contraindicaciones

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Tomar demasiadas infusiones, especialmente si contienen principios activos potentes, puede tener contraindicaciones importantes

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Mujer bebiendo té
Mujer bebiendo té / Freepik

Las infusiones, ya sean de hierbas, flores, raíces o especias, han sido consumidas durante siglos en diversas culturas del mundo por sus propiedades medicinales, relajantes o simplemente por placer. Té verde, manzanilla, menta, valeriana, jengibre y muchas otras forman parte del repertorio cotidiano de millones de personas. De hecho, se ha demostrado científicamente que consumiéndolas moderadamente sueler ser seguras y beneficiosas para la salud, dependiendo del tipo de infusión que sea.

Muchas contienen antioxidantes, compuestos antiinflamatorios y sustancias relajantes. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por la creencia generalizada de que "todo lo natural es inocuo" porque podemos caer en el consumo excesivo, sin considerar posibles efectos adversos porque, muchas de ellas en exceso, los tienen.

Como ocurre con casi todo en nutrición y medicina, la clave está en el equilibrio. Tomar demasiadas infusiones, especialmente si contienen principios activos potentes, puede tener contraindicaciones importantes, interactuar con medicamentos o provocar desequilibrios en el organismo. Así que vamos a ver cuáles son las cantidades recomendadas, los riesgos potenciales y lo que dice la ciencia sobre el consumo excesivo de infusiones.

Cantidad recomendada y factores a considerar

El consumo adecuado de infusiones depende de varios factores como el tipo de planta, la edad, el estado de salud de la persona y si está tomando otros medicamentos. En general, los expertos coinciden en que de dos a tres tazas al día de infusiones comunes como manzanilla, menta o rooibos es una cantidad segura para la mayoría de las personas sanas.

Sin embargo, algunas infusiones tienen componentes activos más potentes que deben tratarse con cautela. Por ejemplo, el té verde contiene cafeína y polifenoles como las catequinas, que en exceso pueden afectar la función hepática, como mostró un estudio publicado en el Journal of Clinical and Experimental Hepatology (Mazzanti et al., 2015), en el que se reportaron casos de hepatotoxicidad por suplementos de extracto de té verde.

Además, algunas infusiones, como la valeriana o la pasiflora, tienen efectos sedantes, por lo que su uso debe ser controlado, especialmente si se combinan con otros depresores del sistema nervioso central. Un artículo del Journal of Clinical Psychopharmacology (Sarris et al., 2011) advierte sobre la interacción entre hierbas sedantes y medicamentos ansiolíticos, ya que pueden potenciar el efecto hasta niveles peligrosos.

La dosis también importa en función de la forma en que se prepara la infusión. Una cucharadita de planta seca por taza de agua caliente suele ser la medida estándar, pero algunas personas duplican o triplican esta cantidad pensando que "más es mejor". Esta práctica puede elevar considerablemente la concentración de principios activos y generar efectos no deseados como náuseas, somnolencia excesiva o alteraciones gastrointestinales.

Contraindicaciones y riesgos del consumo excesivo

Aunque muchas infusiones tienen efectos beneficiosos, también pueden producir efectos secundarios si se consumen en exceso o si se ignoran ciertas contraindicaciones. Por ejemplo, la regaliz (Glycyrrhiza glabra), una planta usada frecuentemente en infusiones digestivas, puede elevar la presión arterial, causar retención de líquidos y reducir los niveles de potasio en sangre, si se toma en grandes cantidades o durante periodos prolongados.

Las embarazadas y lactantes deben tener especial cuidado con el tipo y la cantidad de infusiones que consumen. Algunas hierbas como la salvia, el poleo o la ruda tienen propiedades abortivas o pueden inducir contracciones uterinas. De hecho, un informe de la American Pregnancy Association recomienda evitar completamente ciertas infusiones durante el embarazo por la falta de evidencia de seguridad y por los efectos adversos potenciales.

Por otro lado, el consumo excesivo de infusiones diuréticas, como la cola de caballo o el diente de león, puede llevar a la deshidratación y a la pérdida de electrolitos, afectando el equilibrio mineral del cuerpo. El National Center for Complementary and Integrative Health (NCCIH) advierte sobre el uso prolongado de plantas con efectos diuréticos sin supervisión médica, ya que puede alterar la función renal o interferir con tratamientos farmacológicos para la presión arterial o enfermedades cardíacas.

Otro aspecto a tener en cuenta es la interacción con medicamentos. Algunas infusiones, como la de hierba de San Juan (Hypericum perforatum), pueden interferir con anticonceptivos orales, antidepresivos, anticoagulantes y otros fármacos. Un artículo del British Journal of Clinical Pharmacology (Izzo et al., 2012) destacó cómo esta planta puede alterar el metabolismo hepático de ciertos medicamentos, reduciendo su eficacia o aumentando su toxicidad.

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